El pinar de Casines recibe el nombre de Diane Broughton 'la Pipi' un año después de su muerte

Puerto Real ha rendido hoy homenaje a Diane Broughton (1945-2024), una mujer tan querida como incomprendida, que dedicó su vida al cuidado de los gatos callejeros

Muere 'La Pipi' de Puerto Real: “Muchas gracias por tanto, Diana”

Placa que da nombre a la Plaza de Diane / C. P.

Coincidiendo con el primer aniversario de su muerte, Puerto Real ha rendido hoy homenaje a Diane Broughton (1945-2024), popularmente conocida en Puerto Real como ‘La Pipi’.Diana se marchó hace un año, con la misma discreción con la que vivió, sin hacer ruido, acompañada de las pocas personas que tuvieron un trato directo con ella y de quienes ahora dedican su tiempo a cuidar a las colonias felinas de la Villa, algo que ella hacía desde que recaló en la ciudad hace ya más de cincuenta años.

Quienes han tomado el testigo de ese trabajo desinteresado, se han vuelto a reunir junto a sus amigos y la concejala de Bienestar Animal, Virginia Mena, para recordarla en el acto en el que se ha descubierto la placa que da su nombre al pinar de Casines.

“Fue una mujer tremendamente querida, cuya vida dejó una huella imborrable en nuestros corazones. Una persona extraordinaria no solo por lo que hizo, sino por cómo lo hizo”, dijo la edil. “Donde unos veían abandono Diane veía esperanza, y donde había indiferencia ella respondía con compasión. Generosa, paciente y profundamente humana, nunca buscó reconocimiento, pero se convirtió en un ejemplo a seguir”, añadió Virginia Mena

El pleno del Ayuntamiento de Puerto Real aprobó por unanimidad hace ya más de cuatro años, dar su nombre a un espacio de la ciudad, que hoy se ha inaugurado oficialmente.  El espacio elegido ha sido el pinar de Casines, lugar en el que residió durante años, en el antiguo camping y en una caravana una vez que este cerró sus puertas.

Diane Broughton, fallecía en diciembre de 2024 a los 79 años, en el Hospital de Ronda, donde fue ingresada por su delicado estado de salud, derivada desde la Residencia de Mayores Sor Lidia de Algodonales, en la que recibió cuidados durante su último año de vida.

Diana llegó a Puerto Real desde Australia hace más de cincuenta años. Aunque su paso por la ciudad iba a ser un destino más, distintos motivos hicieron que se quedase. Llegó sola y así pasó la mayor parte de su vida. En esos años, Diane, empezó a conocerse como ‘la Pipi’ por su parecido con el conocido personaje de televisión Pipi Calzaslargas, hizo algunos amigos que la acompañaron hasta sus últimos días. “Era un ser de luz, un alma libre que también sufrió mucho”, decía de ella Carmen Blanco, amiga de Diana. Ella la conoció siendo adolescente a través de su hermano, que trabajaba en el antiguo camping El Pinar, donde Diana se había instalado en la zona de Casines.

Diana fotografiada por Alberto Otero / Alberto Otero

Ella, junto a otras personas de Puerto Real, se convirtieron en su familia puertorrealeña. Tenía familia en Australia que alguna vez la visitaron. Sus padres y su exmarido, que falleció hace unos años; y algunos sobrinos con los que había perdido ya el contacto. Y es que Diane fue querida, pero también incomprendida. Fue tildada de loca muy a la ligera, y a veces maltratada incluso físicamente. Diana vivió su vida como quiso, sin hacer daño a nada y dedicada a su único objetivo: alimentar y cuidar a los gatos de Puerto Real.

Su imagen circulando por Puerto Real en una moto con dos serones, bien merecer ser patrimonio cultural de la Villa. El ruido de su motor era una señal inequívoca para los gatos callejeros de que llegaban los cuidados y el sustento que esperaban, y salían a su encuentro. Entonces, nadie más se interesaba por ellos.

Ahora, quienes han tomado el testigo de ese trabajo desinteresado, se han vuelto a reunir para recordarla en el acto en el que se ha descubierto la placa que da su nombre al Pinar de Casines.

Hasta los últimos días de su vida, poco antes de ser ingresada en el Hospital de Puerto Real y posteriormente en la Residencia de Algodonales, Diane se dedicó por completo a los gatos. Ni los años ni su cada vez peor estado de salud, impidieron su trabajo.

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