Nazareno y Medinaceli brillan en el Jueves Santo soñado por Puerto Real

Nada tenía que ver este Jueves Santo en Puerto Real con el de hace justo un año. Ya desde la mañana se tenía el convencimiento de que las dos hermandades que tenían ayer todo el protagonismo podrían salir a la calle con la sobriedad y el esplendor que caracterizan a ambas corporaciones cofrades: la del Medinaceli y la del Nazareno.

La primera en hacerlo, desde la parroquia de María Auxiliadora fue la Hermandad de Jesús Cautivo y Rescatado, Vulgo de Medinaceli y María Stma. de la Trinidad. A las siete de la tarde se abrieron las puertas del templo para iniciar uno de los recorridos más amplios de la Semana Santa de la Villa.

El Cristo de Medinaceli, que suscita una gran devoción, aglutinó a cientos de personas en la Plaza Manuel García Caparrós, para ver la salida de una imagen que procesiona en silencio, solo acompañada del sonido del tambor, a veces roto por los aplausos que dedicaron a la cuadrilla de costaleros, que tuvo que entregarse a fondo para salvar las dimensiones de la puerta del templo, y poco después para bajar la rampa que evita la escalinata. Lo hicieron a las órdenes de Antonio Vázquez y Pablo Marín como capataces.

Tras él procesionó la Virgen de la Trinidad, que fue de algún modo protagonista involuntaria del cortejo, al presentar una imagen nada habitual. Y es que la Hermandad había decidido prescindir la cuadrilla de mujeres costaleras, que era una de las señas de identidad de la Semana Santa de la Villa, y procesionar con la Virgen en un paso más pequeño, cedido por la Hermandad de la Soledad, y sobre ruedas.

Sí que iban mujeres debajo. Alrededor de una docena, que empujaban el paso ante la sorpresa del público que se preguntaba dónde estaban las mujeres trinitarias. Y gran parte de ellas, a las que la Hermandad no ha permitido cargar este año, iban precisamente tras la Virgen, en la penitencia, acompañándola durante el recorrido.

En el paso de la Virgen se estrenaron dos ánforas donadas por los hermanos, y la dolorosa procesionó con un manto verde de la Virgen de la Trinidad de San Fernando.

La noche del Regidor Perpetuo

Cuando la Hermandad se adentraba en el centro de la localidad, donde se fueron oscureciendo las calles al paso del Medinaceli, sonaba el himno nacional para anunciar la salida procesional de la Hermandad del Nazareno y María Santísima del Mayor Dolor. Por segunda vez en esta Semana Santa, se abrían las puertas del atrio de la Prioral para recibir al Regidor Perpetuo de la Villa, que como siempre, fue centro de todas las miradas nada más cruzar la puerta.

Lo hacía en el imponente paso de madera tallada, que hace exactamente 25 años realizó el puertorrealeño Diego Salvador Flores. También autor de los pasos de misterio de Borriquita y Vera-Cruz.

Tras el Cristo, que suele llevar una extensa penitencia, la Virgen del Mayor Dolor, acompañándole en la noche soñada para todos los hermanos, que esta vez sí pudieron disfrutar de una madrugá que el tiempo robó hace un año. Era la primera salida procesional de María Martínez Chanivet, desde que tomó las riendas de la cofradía como Hermana Mayor.

La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de Nazaret, de Lebrija (Sevilla) acompaño un año más al paso de misterio, que dirigía como capataz Felipe Cauque Martínez. Tras el paso de palio, a cuyos costaleros comandaba Javier Sánchez Rubio, acompañaba la Banda de Música La Salud, de Barbate.