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Gaspar Sobrino. interiorista

"Me preocupa que Vejer se convierta en un paraíso para extranjeros"

  • Creador de espacios. El diseñador madrileño ha contribuido a la fama de Vejer con sus trabajos en numerosos locales de la población jandeña

Gaspar Sobrino.

Gaspar Sobrino. / i.B.

Gaspar Sobrino responde al teléfondo a seis horas de diferencia. El interiorista madrileño, uno de los más prestigiosos del mundo, se encuentra en la capital de Indonesia, Yakarta, donde está dirigiendo la reforma de una vivienda privada. Pero lo mismo se le puede encontrar en Vejer, donde este "creador de espacios" como él mismo se define, ha encontrado un lugar en el que apoyar uno de sus pies al menos entre sus muchos saltos por el mundo y donde dejar su peculiar sello en numerosos trabajos. Méritos todos que le han valido ser nombrado hijo adoptivo de la población jandeña, uno de los pueblos más en boga entre el turismo andaluz.

-Ahora está viviendo en Indonesia. Estar en el extranjero debe de ser una constante en su vida.

-Bueno, sí. No es que esté siempre fuera, pero hay muchos momentos en que sí. Y eso es bueno, te abre la mente, te amplía los horizontes, algo fundamental para un artista.

-¿Disfruta usted de tanto viaje?

-Claro que sí. Yo trato de disfrutar en todos los lugares. La verdad es que cada sitio puede tener un encanto único, y desde luego se puede disfrutar mucho en Yakarta.

-Y además, si habla usted de ampliar horizontes para inspirarse, allí encontrará más motivos.

-No creas, no. Tampoco es tan así. A mí Vejer, obvio es decirlo, me ha servido muchas veces de inspiración. Ten en cuenta que un artista debe mirar más que ver. Y en cualquier sitio puedes encontrar esa inspiración si tienes la capacidad artística para ver lo que tienes delante.

-Y a usted, tan viajado, ¿cómo le pasó eso de buscarse un particular nido en Vejer, precisamente?

-Pues por una de esas casualidades de la vida. Fue una noche en Madrid, en una cena con amigos en la que estaba la artista Blanca Gortari. Ella me habló de Vejer y me dijo que tenía que conocerlo. Me invitó a venir un fin de semana... y me enamoré. Además, fue precisamente en casa de Blanca donde conocí a un matrimonio amigo suyo, que me encargó el primer proyecto que realicé en Vejer, el restaurante Garimba. Eso me llevó a pasar más tiempo en Vejer y a decidir que tenía que buscarme una casa aquí. Y luego vinieron más proyectos...

-Y tantos... hasta el punto de que bien podría crearse una especie de 'Ruta Sobrino' por Vejer.

-¡Pero es que ya existe, sí, ja ja! Me han dicho que de hecho los guías turísticos de Vejer hacen recorridos en los que enseñan los locales que he diseñado, que ya son unos pocos... Y como comprenderás, eso me produce un sentimiento de orgullo maravilloso.

-O sea que ¿en cierta forma, se le puede considerar uno de los impulsores de este prestigio que tiene en los últimos años Vejer entre artistas, diseñadores...?

-Bueno, pues al final va a resultar que sí. Yo nunca pensé que mi trabajo en el pueblo tuviera la repercusión que está teniendo. Pero ya empiezo a verlo. Humildemente, cuando el alcalde te sienta en su despacho y te dice que 'gracias a ti el pueblo es más conocido' , pues ya uno se lo cree, claro. Y más si te nombran hijo adoptivo...

-¿Ha llegado a plantearse quién debe más a quién en esta relación entre Vejer y usted?

-No, no creo que sea una cuestión de contabilidades, pero en cualquier caso, estamos en paz, aquí no hay ni crédito ni débito. Lo nuestro es un gran amor, una relación incondicional.

-¿Un amor a la antigua usanza, de esos de 'hasta que la muerte nos separe'?

-Eso nunca se sabe, pero de momento es bastante estable. Como en todas las relaciones, hay algún rifirrafe y quién sabe si un día me dirán 'ya no te aguanto más' ¿no? Pero ya te digo que yo, como los amantes fieles, siempre estoy ahí.

-¿Ahí, en su casa de Vejer?

-No, no, ya no la tengo. Vivía de alquiler y se me cumplió el contrato, fui dejándolo y ahora ando buscando otra para alquilar. Que por cierto, cada vez está más difícil lo de alquilar en Vejer. Y los precios se están poniendo por las nubes.

-En cierta forma es usted también culpable de esas subidas de precios, por su promoción de la ciudad.

-Pues a lo mejor sí, tanto hablar bien de Vejer y al final termino pagando yo mismo el pato... La verdad es que yo quería haber comprado la casa, pero era un jaleo de papeles, porque es otra cosa de las que pasan aquí, que muchas casas son una herencia compartida ¡hasta por quince personas! Y ponerlas a todas de acuerdo... sobre todo en el precio...

-¿No le preocupa que eso termine perjudicando al pueblo, a que la gente de Vejer no pueda vivir ahí?

-La verdad es que eso es un peligro cierto. Me preocupa sobre todo que Vejer se convierta en un paraíso para extranjeros, que sea una nueva Mallorca, en donde vas por muchos barrios y no te hablan en español. Porque hay cosas que sólo puede pagar un inglés, y las paga. Yo siempre digo que España es de los españoles, pero no tenemos el poder adquisitivo de algunos extranjeros, y con esta invasión Vejer se puede convertir en territorio extranjero.

-Es normal que la gente tenga la tentación de vender a buen precio.

-Claro, es normal, y además entiendo la situación económica del vejeriego, y que muchas familias terminen vendiendo casas que a lo mejor al final se destinan a la especulación. O el fenómeno de los apartamentos turísticos, que además hacen mucho daño a los hoteles...

-¿Acabará eso afectando incluso a la esencia del pueblo?

-El hecho de que la gente humilde no pueda vivir en su pueblo sin duda puede despersonalizarlo, convertirlo en una especie de parque temático para turistas. Hay que tomar conciencia de que no todo vale, no todo puede ser dinero. Vejer es un pueblo maravilloso y no podemos caer en el error de lo que ocurrió por ejemplo en Baleares, donde la gente ya está harta...

-Pero Vejer no ha llegado todavía a ese punto de no retorno...

-¡No, no, claro! Hay posibilidad de retorno, no está todo perdido. Eso sí, es necesario regular todo eso. No prohibir, pero sí regular. Es que en cuanto llega junio, en el pueblo se alquilan hasta los trasteros. En medio de todo esto, lo que no se puede olvidar es la identidad de Vejer como pueblo, su gran patrimonio artístico y cultural. En suma, no podemos olvidar que todo lo que se haga se debe hacer con calidad.

-¿Es casualidad que muchos de sus trabajos tengan que ver con las tiendas?

-No, no lo es. Me gusta mucho ese mundo. Cuando empecé a diseñar tiendas para Inditex fue cuando me entró ese gusanillo por los espacios públicos, que al final creo que son más agradecidos que los privados, porque es como si te enfrentaras con más jueces de tu trabajo, y eso te amplía la creatividad. Al cliente privado tienes que respetarle más su opinión, que es única, pero en las tiendas el criterio no es tan cerrado, puesto que te ven muchos ojos.

-¿En qué piensa cuando diseña un restaurante?

-Pues lo que más me gusta es escuchar a quien esté en la cocina, lo que quieren transmitir los dueños del negocio. Yo tengo que darle forma a esos deseos. Por ejemplo, en el restaurante Lu Cocina y Alma de Jerez, cuando Juanlu me busca y me cuenta su sueño de abrirlo, imagínate entonces la responsabilidad. Me pasé muchos días con él, porque yo tenía que dar forma a ese sueño. Entonces, tengo que saber qué le gusta no sólo como cocinero, sino como persona... todo.

-Esos momentos deben ser para vivirlos.

-Para mí es la parte más bonita. disfruto muchísimo. Esa exigencia te obliga a dar el do de pecho, a un gran esfuerzo. Tanto que cuando termino un trabajo como ese, tengo que pasar luego dos o tres semanas de no hacer nada.

-¿Y qué pasa cuando un cliente le da el disgusto y no está contento con su trabajo?

-Pues yo debo de tener mucha suerte, porque no he tenido ningún disgusto de esos, y nadie me ha cuestionado nada. Y eso que yo les pido más bien un acto de fe cuando me encargan algo, siempre con la advertencia lógica de que si no les gusta algo, lo podemos discutir, razonar, pero en general confían absolutamente.

-¿Cuál sería el 'estilo Sobrino'?

-Pues yo diría que no existe en el sentido de sello, porque no hago ningún sitio igual que otro. En todo caso, mi estilo sería una manera especial de contextualizar, de hacer. Es por eso por lo que me buscan. Uno de mis clientes me lo resumió de una manera muy bonita: "Es que tú le das magia a los sitios", me dijo. Y eso era lo que buscaba, la magia.

-Me da la impresión de que se le queda corto el apelativo de 'interiorista' para lo que usted hace.

-Bueno, interiorista, decorador son denominaciones tan buenas como cualquiera. Yo a lo que me dedico es a crear espacios. Digamos entonces que soy un artista espacial, que es algo más amplio. Yo en realidad lo que estudié es arquitectura de interior.

-Siempre ha dicho que tiene pendiente hacer un teatro. ¿Sigue con la idea?

-Sí, aunque ya he adaptado un teatro en Vejer para hacer el restaurante Las Delicias. Pero sí me gustaría diseñar un teatro, o hacer una escenografía, porque en realidad mis trabajos tienen mucho de eso, de escenografía. Esa sí es una de mis asignaturas pendientes. Me imagino por ejemplo, hacer ese tipo de trabajo en el Falla o en el Villamarta...

-O sea, que igual le vemos haciendo una escenografía para el Carnaval.

-¡Hombre, sería fantástico! Me encantaría hacer algo en Carnavales para El Selu. Me encanta el Selu. No me he reído más en mi vida que con las 'Pepis'. Muchas veces me las pongo, o a las 'Marujas', cuando me quiero reír. Me asombra tanta capacidad de arte, de humor, de teatro, de tantas cosas reunidas en tan poco tiempo, que yo creo que debería ser patrimonio de la Humanidad.

-Pues es cuestión de que se ponga en contacto con el Selu.

-Pues no tengo el gusto de conocerlo, y la verdad es que le tengo muchas ganas. Sería maravilloso trabajar con él. Y lo que me puedo reír...

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