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El problema demográfico de España y Andalucía

Hay que buscar soluciones para afrontar un desafío que causará problemas afectivos en las próximas generaciones, además de los económicos en general

El último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre Movimiento Natural de Población Relativa en 2020 incide en un problema cada vez más acusado en España y también en Andalucía. La natalidad alcanzó, por segundo año consecutivo, sus mínimos históricos desde 1941, fecha de inicio de la serie. Sólo 339.206 alumbramientos -casi un 6% de descenso anual- frente a los 492.930 fallecimientos. La pandemia fue la causante fundamental de la subida en un 17% de la mortandad. Los números en la comunidad autónoma andaluza tampoco invitan al optimismo. Menos de 65.000 nacimientos con una caída de un 6,5% en comparación con 2019, que se eleva a un 20% si fijamos la referencia con 2015. El panorama se completa con un 10,9% de subida de las defunciones y una esperanza de vida que baja a los 81,6 años. Los andaluces viven nueve meses menos que la media española. Sólo Madrid, Canarias, Asturias y Melilla presentan peores datos que Andalucía en el apartado de la natalidad. La fecundidad en la región llegó a 1,24 hijos por madre, ligeramente superior al 1,18 del país, que alcanzó la cota más baja en dos décadas. Pero es que el informe del INE dibuja un escenario del que es fácil extraer las conclusiones anteriores. La edad media de una madre al dar a luz a su primer hijo rebasa los 32,3 años. Y desde 2010, ha aumentado en un 40% la descendencia de mujeres con más de 40 años. Menos hijos y cada vez más tarde. Incluso en 2020, con un desplome de los matrimonios debido al Covid, estos enlaces mantuvieron su tendencia creciente en edad, por primera vez a los 40 años en los hombres. Demasiados avisos a la vez para no reconocer el desafío presente y de futuro. Es cierto que el descenso demográfico afecta a toda Europa. Pero no es excusa. Los expertos alertan del problema afectivo que sufrirán las próximas generaciones y del económico en general. La falta de empleo juvenil retrasa la edad de emancipación. Las medidas de conciliación se quedan en los discursos formales de los políticos o se limitan a acciones como los cheques bebé. Pero no se buscan soluciones transversales para cambiar la dinámica.

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