LA ESQUINA DEL GORDO

Paco / Carrillo

Entre la vela y el quinqué

SI le dan a escoger, cosa que dudo, elija la vela, sin vacilación alguna. Lo digo por experiencia. De algo me tiene que valer haber usado las dos formas de alumbrarme cuando las restricciones a partir del "Parte de Radio Nacional de España", de las diez de la noche. Con la mezcla del Himno, el Cara al Sol, el Oriamendi y los gloriosos caídos por Dios y por España, la bombilla se iba apagando poco a poco hasta hacerse invisible. Menos mal que las velas y el quinqué estaban siempre a mano. Mi padre, que era muy habilidoso, tanto a la palmatoria como al quinqué les había soldado una chapa para que no se extraviaran las cerillas. No había problemas. En la cocina había carburo, sobre la alacena que estaba junto al platero -al orfebre, no, al mueble colgado donde se escurrían los platos-. Pues eso, que si por hache o por be, me atrasaba en las tareas, y había que recurrir a esos artefactos, aparte del cabreo de mis padres -perdón, los padres de entonces no se cabreaban, decían ¡ejem, ejem! con gesto harto contrariado. En el colmo del maltrato, mi madre podía tirarme un pellizco y a mi padre le bastaba con mirarme-, un servidor la emprendía con que si vela o quinqué. Prefería lo primero de todas todas, porque lo segundo dejaba las narices tan negras que hasta manchaban las almohadas.

Estas advertencias nunca vienen mal dadas en los tiempos que corren. Después de los despilfarros sin medida vienen las restricciones y los ahorros a contra reloj. ¡Cuando yo digo que todo esto me huele a posguerra…! Claro que ello no es motivo para que los gerifaltes (¿pueden llamarse así, como antes?) sigan subidos a sus Audis ocho cilindros y, que se sepa, aún no han dado de baja a ningún asesor áulico ni a ningún mamandurrio con carné. Claro que si se fía de las apariencias, ¿cómo en tiempos de crisis, donde los dos euros que usted se ahorra yendo a 110 en vez de a 120 va compensar lo que de nuestro dinero se gastan en convenciones, mítines y fanfarrias, por no entrar en otras ocurrencias?

Decía no hace mucho que para triunfar en política debería ser obligatorio el talento y disponer de dinero suficiente para convencer a los remolones aunque fuera subvencionándolos de por vida, no como Romero Robledo, que iba por los pueblos con una mula con lo serones llenos de duros de plata y un listero al lado. ¡Qué grosería -¿verdad?-, comprar lo votos de una manera tan tosca! Claro, piense que entonces no existían ni las cuentas corrientes y, bancos, lo que se dice bancos, ni en las plazoletas, las oficinas sólo en las capitales y se morían de asco. Tampoco existían los ERE's para los amiguetes ni la empresas públicas para el vámonos que nos vamos.

Debo reconocer que, visto lo visto, estaba equivocado. El talento no es indispensable -el dinero por supuesto que sí-, pero si no es necesario el talento basta con que se sea ocurrente... Un miembro o una miembra ocurrente sirven para salir del paso que es de lo que se trata. ¡Ah! Y sobre todo no tener pudor en ofender la inteligencia de los demás.

Y como estamos en el momento en que el porvenir es de los ocurrentes, y de decir que cambiando las luminarias de las carreteras podemos ahorrar hasta el 50 % de energía, y que si seguimos en esta tesitura pueden volver las restricciones de luz en las casas, vaya pensando en que volverán las velas y los quinqués. Pero ya lo he advertido: las narices. Eso sin contar que al funcionar con petróleo tengamos que hacer cola para conseguirlo. Recuérdelo: velas.

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