Su propio afán
La excavadora y la Cruz
Crónica personal
Ardetorre Pacheco desde hace una semana y todos los caminos que tratan de explicar la ola de violencia que sufre la localidad murciana, conducen hacia el mismo destino: el miedo. A la violencia, que se agrava cuando se identifica la inseguridad con la inmigración. Un argumento con muchos matices: no es lo mismo el inmigrante latino que el magrebí, tampoco el magrebí que el subsahariano, Y es absolutamente indiscutible que los sucesivos gobiernos, fundamentalmente el actual, no han acertado con sus políticas migratorias.
Por temor a las acusaciones de xenofobia, a verse implicados en procesos judiciales por supuesto delito de odio o a ser identificados con principios de ultraderecha, han cedido en cuestiones que han agravado la animadversión de un porcentaje alto de españoles hacia el inmigrante. Por la mencionada inseguridad y también por cuestiones relacionadas con la vida cotidiana: la atención sanitaria sufre por la masificación de pacientes inmigrantes a los que atender, y el acceso a la vivienda pública prima al inmigrante frente al español de origen al aplicar baremos económicos. Si a eso se suman los casos de agresiones por parte de inmigrantes, con frecuencia en situación irregular y magrebíes, y sería hipócrita no reconocerlo; si a eso se suma el auge de partidos ultraderechistas, nazis, en Europa, y que Vox centre gran parte de su proyecto político en promover las deportaciones masivas para los inmigrantes irregulares y para los legales que han cometido un delito, se tienen todas las papeletas para que un caso como el de Torre Pacheco provoque actos de violencia extrema. Que atraen además a grupos ultra a través de las redes sociales. Que no solo acogen foros en los que buscan eco los emprendedores más brillantes sino también lo peor de cada casa. A este desafío no está respondiendo el Gobierno con la eficacia debida. A ello habría que añadir que este Gobierno, y tampoco los anteriores, han puesto suficiente interés en la aportación de los inmigrantes a la sociedad. Para ellos las tareas más duras en el campo o la construcción, y también la atención a personas dependientes. Las familias españolas los agradecen por sus mayores y enfermos. Por no mencionar el sector servicios sin inmigrantes, y cómo se atendería al turista, clave para la economía española y un eficaz sector servicios. Todo ello reconociendo que un porcentaje alto de delitos son cometidos por inmigrantes. Lo mejor para paliar los efectos de violencia, xenofobia y odio es que el Gobierno asuma el problema.
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