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Que la ciudad de Cádiz se vaya a gastar un millón y medio de euros en iluminación extraordinaria me parece un despilfarro sin precedentes. Salimos casi a 12 euros por habitante mientras Vigo se gasta 8 euros por vecino. Y digo Vigo como ejemplo de ciudad cateta que despilfarra el dinero público para que el alcalde, Abel Caballero, se dé un baño de multitudes y se dedique a presumir urbi et orbe, incluso con desafíos a la ciudad de Nueva York. Esta caspa se ha extendido a la ciudad de Madrid, que en cambio gasta un euro y medio por habitante, o a Málaga. Todas compiten a ver quién la tiene más grande, tres alcaldes machirulos que piensan que por tirar el dinero en iluminación su ciudad es mejor. Eso sí, en proporción van a gastar menos que nosotros. No sé qué progreso o qué mejora urbana supone tener las plazas como si fueran un quirófano, en qué medida Cádiz es mejor, sus vecinos son más felices, se acaba el paro o se resuelve el problema de la vivienda solo por el hecho de que las calles parezcan un plató. Me van a permitir incluso un guiño a la demagogia: con un grupo de personas que duermen en los soportales del Ayuntamiento por no disponer de una solución a sus problemas, nos dedicamos a tirar el dinero de esa forma desproporcionada. La ciudad cada vez más sucia, como ha sido capaz, incluso ,de reconocer el propio alcalde; sin contrato de transporte urbano, con el contrato de recogida de basura sin desplegar año y medio después, con 1.200 personas que nos dejan cada año para vivir en otros municipios. En medio de esa situación, millón y medio para luces extraordinarias “en el barrio de la Viña han puesto luces extraordinarias, hay que ver cómo reluce, esa calle de la Palma”. Bien sé que gobernar es elegir, entre otras cosas, a qué se dedica el dinero, entre otros los euros que usted y yo acabamos de pagar por el primer plazo del IBI: se pagan los salarios de los empleados, luego las deudas, después los contratos con empresas concesionarias de servicios y lo que queda es para elegir si se prefiere la cultura y el patrimonio, las fiestas, la limpieza, la vivienda, el fomento del empleo o se llenan los despachos municipales de llevadores de maletas y quitapelusas que en lugar de decirle al alcalde “recuerda que eres mortal” lo que le dicen es “eres un mostruo, qué bien lo ejecutas, sigue así”. En todo caso que no falten las bombillas, que desde la Zona Franca a La Viña, de Cortadura a La Caleta, llenemos la ciudad de lámparas, labor a la que se dedicó en su día el Ciudadano Lorenzo con su cooperativa de parados de Santo Domingo, conviene no olvidarlo ni que él mismo se despiste ahora que su única tarea es la agitación.
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