Con la cara partía

Fernando / Santiago

El principio de incertidumbre de Heisenberg

10 de marzo 2011 - 01:00

EN la historia del carnaval de Cádiz hay un antes y un después de la llegada de la televisión. Antes las agrupaciones hacían un repertorio para sus vecinos, le podían cantar al barbero de la calle Nueva o a los cuchillos de Serafín. Según se gana en audiencia las apetencias por convertir el talento en dinero(legítimas) hacen que los repertorios se hagan pensando en que sean entendidos en cualquier lugar. Como se ha extendido el paradigma del gracioso gaditano y es un lugar común el arte tan grande de las chirigotas la consecuencia natural es querer convertir el éxito en dinero.

No tengo nada en contra, más bien al contrario: me parece fantástico que la gente gane dinero con su habilidad para escribir y cantar. Eso sí, que la gente tribute las ganancias de su talento. Que cobren lo que puedan (hasta 2.000 euros pide una agrupación de éxito, si es en Cádiz. Una agrupación callejera ha llegado a cobrar 5.000 por una actuación en Madrid) y que lo disfruten. Todos los artistas viven de su arte y me alegro porque eso fomenta el talento y el esfuerzo. Lo cual no impide ver con nostalgia cómo se desarrollaba antes el carnaval: el origen de usar elementos de la vida cotidiana para realizar el tipo tiene más que ver con que los componentes de las agrupaciones eran gente humilde y de ahí vino el ingenio para convertir una caja de arenques en un bombo, una saco de arpillera en un traje, una cacerola en un casco, una espumadera en un arma y un corcho quemado en maquillaje. Ahora la goma eva. De la misma época son los autores que no sabían leer o escribir y componían letras y música. Ahora, afortunadamente, todo es distinto. La educación se ha generalizado y todas las capas sociales se han integrado en la fiesta. Este componente, unido a la difusión vía televisión, lleva a la eclosión del carnaval como una de las grandes fiestas españolas y , junto con la feria del Sevilla y el Rocío, la trilogía del jolgorio andaluz. Debemos estar orgullosos de ello y no caer en la nostalgia sin cambiar la naturaleza local de la fiesta.

Decía Tolstoi que el que cuenta la vida de su pueblo cuenta la del mundo. Si uno canta a su calle, aunque sea del barrio de Puntales, canta todas las calles. Pero si canta a la televisión ya está pensando en que le entiendan en cualquier lugar de España y eso , a mi modesto entender, desnaturaliza el carnaval y le quita autenticidad. Que Belén Esteban haya sido la más citada en las coplas del Falla no es para estar orgullosos . La televisión debe ser una aliada del carnaval y no un elemento de distorsión. No sé si conocen el principio de incertidumbre de Heisenberg: toda partícula subatómica altera su comportamiento al ser analizada por el microscopio. Los autores tienen todo el derecho del mundo a obtener una legítima retribución por lo que hacen, pero creo que se altera la esencia del carnaval cuando en vez de cantarle a la calle Sagasta, qué bonita que es, se le canta a Jorge Javier ya que lo podría hacer cualquiera. Eso por no hablar del público de yerbabuenas que actúan para las cámaras y del resto de famoseo aledaño a la eclosión televisiva.

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