LÍNEA DE FONDO

Pedro / Ingelmo / Pingelmo@Grupojoly.com

El precio del autogol

Colombia a través del filme sobre el gran equipo de 'los Valderrama' y la novela que recrea el asesinato de Escobar

26 de febrero 2011 - 01:00

HAY una peliculita encantadora, no es gran cosa, por la que siento debilidad. Es Golpe de estadio, rodada a finales de los 90, que narra una ficticia tregua entre un comando de las FARC y un destacamento policial en la selva con el único fin de ver por una rudimentaria televisión los partidos clasificatorios de la gran Colombia, la de los Valderrama y los Rincón, para el Mundial de Estados Unidos. No hay nada verosímil en ella y su remedo de comedia coral española es pobre. Quiero decir que no te partes de risa, pero reconforta. Reconforta en su ingenuidad, reconforta que se le dé sentido del humor a uno de los conflictos más largos, estúpidos, interesados (todos lo son, pero este se ha convertido en una impostura de guerrilleros que son puro 'narco') y trasnochados del planeta. Reconforta un planteamiento que anotan en el anuncio de la película: "Esta película no está basada en hechos reales... desgraciadamente". Y sumido en esa ficción te puedes dejar llevar -el otro día lo volví a hacer- por esos policías y guerrilleros sin rudeza alguna, abominablemente idiotas y encantadoramente colombianos. Rápidamente se te viene a la cabeza el reportaje de Kapuscinski La guerra del fútbol , que narraba con crudeza la excusa de un partido entre El Salvador y Ecuador para provocar un enfrentamiento fronterizo que en pocas horas regó de cadáveres la tierra de nadie que separaba los dos países a principios de los 80. Es bonito creer que el fútbol es vehículo de paz, que guerrilleros y militares se abrazan tras aquella histórica paliza de Colombia a Argentina en Buenos Aires. ¿Qué pasó después? El defensa Andrés Escobar, en el partido contra Estados Unidos, se metió un gol en propia puerta. De regreso a Colombia, fue asesinado de un tiro por alguien que le recriminó aquel gol. El escritor Ricardo Silva reconstruye ese hecho en su novela Autogol, donde se mezclan apuestas deportivas, narcotráfico y una Colombia que perdió su esperanza tras el crimen, una novela que te recuerda que es imposible que en Colombia pudiera ser cierto un Golpe de estadio.

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