¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
¿Dónde está la ultraderecha?
Yo te digo mi verdad
La presidenta madrileña, Isabel la que presume de Católica, ha decidido ella sola condecorar en nombre de todos los madrileños al argentino Javier Milei, quien hace tiempo dio la vuelta a su manera a las Bienaventuranzas de su supuesto mesías inspirador, y maldice ahora a los pobres de espíritu porque ellos se lo han buscado, desprecia a los mansos que no empuñan la motosierra y condena a aquellos que tienen hambre y sed de justicia porque no son más que profetas de una gran aberración.
La dirigente, apoyada por su partido popular, aquel que hasta no hace mucho mostraba cierto prurito de responsabilidad estatal, ha visto incontables méritos en un mandatario que apenas lleva medio año en el poder, tiempo en el que ha dedicado casi la mitad a viajar por el extranjero recogiendo premios y distinciones basadas solamente en lo ideológico. Esa parece ser su gran labor en defensa del pueblo ¿Qué razón asiste a quienes consideran que un león desatado es lo que necesita este mundo? ¿Qué creen ustedes que ha impulsado a Díaz Ayuso a buscarse la peligrosa amistad del endiosado líder argentino?
Naturalmente, la lideresa comparte con el líder del otro lado del charco el abuso constante de la palabra libertad, entendida a la peculiar manera del zorro frente a las gallinas y como demostración real de la cantidad de crímenes que se pueden cometer en su nombre. Si el Gobierno español, principal director de la política exterior, decide retirar a la embajadora argentina por la actitud insultante de su presidente, en una medida que puede ser naturalmente debatida y cuestionada, la presidenta madrileña decide agasajarlo solamente para ganar un aliado en su lucha contra Pedro Sánchez.
Isabel Díaz Ayuso y sus seguidores (¿debemos incluir ya entre ellos a Felipe González?), rebelados ante la imposibilidad de desalojar al Gobierno de coalición con los votos de los españoles, parecen haber tenido la infeliz idea de buscar un profeta en el extranjero, ya sea Milei, ya sea Meloni, olvidando que hay que tener mucha altura de ideas y de espíritu para que un sermón en la montaña sea capaz de mover la Historia para siempre.
Queremos creer que no es ridiculizando a los misericordiosos, a los limpios de corazón y a los que lloran como se han de ganar las batallas en el cada día más difícil reino de este mundo.
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