La aldaba

Carlos Navarro

Lean más, desprecien menos

15 de noviembre 2025 - 03:04

La última sesión en el Parlamento de Andalucía fue un espectáculo sonrojante, además de infumable. Sus señorías se han tirado al ruedo del mal estilo. El tam-tam electoral ha sonado y el sanchismo ha impuesto el marco mental caracterizado por la ausencia de decoro. Los asesores de redes sociales del PP se han visto, de hecho, obligados a producir contenidos a la (baja) altura de los que se generan en la sede de Ferraz. En el centro-derecha están convencidos de que si no se usa el mismo código, se corre el riesgo de ir a la pelea con una mano atada. El resultado es que seguimos ahondando en la degradación de la vida pública, que es el peor legado que nos dejará este Gobierno de España. El Parlamento Andaluz no es ya el oasis que fue durante tantos años. Se discrepaba y polemizaba, pero no había acusaciones tan burdas, ni alusiones tan inelegantes como las del portavoz de Vox al libro del presidente. No hace falta despreciar para ser enérgico, no hace falta incurrir en ciertas formas para cumplir con la obligación de fiscalizar y escrutar a un Ejecutivo, labor imprescindible cuando disfruta de mayoría absoluta. Otra política es posible, pero está claro que no interesa porque se considera blanda e improductiva. Malos tiempos para sacar un libro, que Gavira haría bien en leer para conocer mejor a su rival. O, al menos, para saber cómo se considera a sí mismo el presidente. Pero el desprecio de decir que no lo leerá resultó gratuito. Que los políticos quieran trazar su propia imagen en un libro es un uso muy habitual desde hace décadas en los Estados Unidos. Otra cosa es que nos creamos más o menos el contenido, faltaría más. “Este libro es de la biblioteca del Parlamento de Andalucía. Yo esto no me lo voy a leer, tengo lecturas más interesantes”, dijo Gavira mientras soltaba con desdén el ejemplar de Manual de Convivencia. Sería interesante saber los libros preferidos de nuestros políticos, pero que hayan leído de verdad, no el resumen de la solapa. Si leyeran más sabrían emplear dosis de acidez en la oratoria contra el rival, manejar el florete de la ironía, jugar con los cultismos para desestabilizar al contrincante, los dobles sentidos, las comparaciones inteligentes, las analogías y todo un rosario de recursos que, por ejemplo, Alfonso Guerra manejaba como nadie. Pero solo saben arrearse, despreciar y burlarse unos de otros como repetidores de curso. Paciencia, que suena el tam-tam. Vienen los petardos, las bombas de peste y las zancadillas con publicidad.

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