Su propio afán

Enrique García-Máiquez

Gasa de Gaza

21 de septiembre 2025 - 03:06

Todos –salvo los terroristas– estamos radicalmente en contra de la muerte de inocentes. Yo, en cuanto Hamás libere a los rehenes que mantiene en condiciones infrahumanas, pediría de inmediato suspender la ofensiva israelí.

Hay en el mundo en estos momentos muchas muertes de inocentes. Está la invasión de Ucrania, están los sistemáticos asesinatos de cristianos en África. Y desconcierta que esos conflictos no adquieran ni de lejos el protagonismo de Gaza en la política española. Sé que no hay que comparar víctimas. Si siempre es feísimo emplear el “y tú más”, ante la muerte es inmoral. Pero sería ingenuo no darse cuenta de que tanto concentrarse en Gaza no es casual.

Y es fácil colegir que el interés que los dirigentes de la izquierda tienen en este conflicto se basa en su capacidad de dividir a los españoles. La desgracia de Palestina se usa como herramienta de política interna. La herida duele, pero encima se la cubre con política barata: Gaza, pues, como gasa.

Lo demuestra que otros conflictos igual de sangrientos no conciten manifestaciones, banderolas, eslóganes, insultos al contrario y declaraciones excitadas. También es obvio el vivísimo interés gubernamental por azuzar las protestas callejeras. Hay un runrún, incluso, de que si la mecha de la crispación social prendiese, Pedro Sánchez convocaría elecciones. Asumiendo su desprestigio en la política patria, aspira a que una buena agitación internacional le sirva como trampolín en la intención de voto. Por lo pronto, ya ha distraído al respetable de los casos de corrupción de su entorno.

Si es así —y todo indica que lo es—, la instrumentalización partidista de Gaza sería una burla, una crueldad y una mezquindad. Y no sólo hacia las víctimas, sino también hacia los buenos sentimientos de tanta gente sencilla que rechaza el sufrimiento allí donde se lo señalan. Se les instrumentaliza seleccionando y enardeciendo aquellas compasiones que darán rédito político a los que manejan los hilos del poder y, por tanto, de los medios y, en consecuencia, de la opinión pública. Gaza como añagaza. Ni la complejidad del conflicto entre Israel y Palestina ni los intereses de España en el tablero internacional son límites prudenciales. Se agitan aquí las banderas que más convienen a los políticos de aquí para sus planes de aquí.

stats