La firma invitada

Mamen Sánchez

La esclavitud del siglo XXI

12 de octubre 2009 - 01:00

En las últimas semanas hemos asistido a la reapertura de un viejo debate en nuestro país con respecto a la prostitución callejera, con argumentos y posturas enfrentadas entre los partidarios de regular la actividad o los que quieren ilegalizarla y prohibirla. Debemos tratar este tema con serenidad y rigor, no quedándonos en el final del problema, sino incidiendo en el origen del mismo. Y la raíz del mismo nos es otra que mafias y redes de explotación sexual, mujeres que son subastadas, violentadas y hormonadas para que rindan mejor. Mujeres que no está ahí por su voluntad, sino que son explotadas, traficadas y prostituidas.

El problema de la prostitución no es el cinco o diez por ciento de mujeres prostitutas que deciden libremente que hacer con su trabajo o su cuerpo, sino el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación. En el Parlamento aprobamos un informe sobre prostitución la pasada legislatura, una de las consideraciones del mismo decía que "relacionar la prostitución con la libertad sexual es olvidar que la actividad humana de la sexualidad requiere de una relación de igualdad y de voluntariedad, de una expresión de libertad compartida, en la que no puede caber la relación comercial, que constituye en sí misma una situación de abuso de poder. En una sociedad libre como la nuestra nada tenemos que objetar a la libertad sexual y mucho a la explotación sexual, que debemos combatir con todos los medios posibles".

La ONU define la trata de personas con fines de explotación sexual como la esclavitud del siglo XXI. Una esclavitud que surge de la pobreza, la desigualdad y la injusticia. Donde unas mafias trafican con seres humanos a cambio de lucrarse. Según estimaciones policiales, el noventa por ciento de las mujeres prostituidas son extranjeras y de éstas, una mayoría son víctimas de trata de mujeres y niñas. Lo que demuestra que el problema no es la prostitución sino la trata de mujeres. La prostitución no es el oficio más viejo del mundo, sino la forma de violencia más antigua.

La pregunta es ¿regularizamos o prohibimos la prostitución? El problema no es si regularizamos la prostitución como un empleo o la prohibimos y la perseguimos como un delito. La experiencia de otros países nos dice que la solución no está en ni uno ni otro. Holanda optó por legalizar la prostitución y Suecia por prohibirla. En ninguno de los dos países se ha resuelto la explotación sexual y trata de mujeres por las mafias

Estamos ante un problema social que no es nuevo, pero que no debemos dejar que siga igual. Por eso, el Gobierno está trabajando según el Plan integral contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, aprobados a finales del año pasado, un plan que fue consensuado en el Congreso y que tienes unos objetivos claros: luchar contra las mafias, proteger a las víctimas, cooperar con los países de origen y concienciar a la ciudadanía de que se trata de una comercio ilícito y cruel que convierte a las mujeres en mercancías y que supone una clara vulneración de los derechos humanos.

El Plan integral prevé la realización de diversos estudios que permitan situar el fenómeno en su verdadera dimensión, actualmente se están elaborando tres estudios: uno sobre la trata de mujeres y su relación con los fenómenos migratorios, otro es un análisis del tratamiento judicial de los procesos penales y por último, la elaboración de un mapa con los recursos sociales existentes en nuestro país para atender a esas mujeres.

Los datos son claros, en 2008 se han desarticulado en España entre redes y servicios 263, y se han atendido a 1.618 víctimas. Por tanto se está persiguiendo el delito y a las personas que se lucran con la explotación sexual de las mujeres y se están desarrollando acciones de sensibilización social para que la sociedad sea consciente de lo que es y de lo que significa la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual y el comercio de la prostitución.

Nuestro modelo es trabajar para que las mujeres tengan alternativas, no para normalizar que se las explote, de forma que podamos conseguir una sociedad más justa y más igualitaria, donde nadie tenga que someterse a nadie y donde todas y todos tengamos la oportunidad de vivir nuestras vidas con libertad, autonomía y sin ningún tipo de dominación.

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