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CONSTRUIR un nuevo edificio en el casco histórico de Cádiz para albergar el Museo del Carnaval parece un sinsentido en una ciudad pródiga en edificios vacíos por los siglos de los siglos. Cierto es que esta decisión municipal deriva de aquella desgana de la Junta por participar en el proyecto primitivo en el barrio de La Viña, una desgana a la que también se sumó el sector financiero. Años se estuvo mareando la perdiz hasta que desde el Ayuntamiento se dio un portazo y se decidió esta nueva ubicación, junto a la Plaza de Abastos. Pero Cádiz tiene edificios vacíos suficientes para reconvertir alguno de ellos en Museo del Carnaval, como se hizo en su día con el Palacio de Congresos, el Centro Reina Sofía, el ECCO, el Museo del Títere o la Facultad de Económicas. Mientras Valcárcel, el instituto del Rosario o Náuticas sigan sin uso, colmar más de edificios el casco histórico no es una gran solución.
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