¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Elogio de las fronteras
El Palillero
SEGÚN se observa, ha dejado de utilizarse el bonito lema que calificaba a Cádiz como La ciudad que sonríe. Así que lo podrían cambiar por otro: La ciudad congelada. A primera vista sorprenderá, en los tiempos del calentamiento global. Y ya se sabe que en Cádiz no hace frío, sino humedad. Pero últimamente nos estamos quedando más congelados que en Siberia o en Groenlandia. Los empresarios que querían abrir el mercado gastronómico de la estación de Renfe fueron los primeros en decirlo: "Vamos a congelar el proyecto". Y eso es lo malo, que están congelando todos los proyectos. hasta que se encuentre un remedio. Cádiz empieza a ser como esos cadáveres (con perdón) a los que piden que congelen, a ver si en el futuro encuentran un remedio y se pueden levantar otra vez.
Abrir un congelador es el negocio de moda. Vamos a dejar a Cádiz congeladísima. Algunos piensan que, en realidad, lo estaba desde hace muchos años. Pero no es cierto del todo. En el siglo XXI, por lo menos, hemos tenido un soterramiento y un nuevo puente, aunque tardaron en dejarlo en su punto. Ahora, por el contrario, todos los proyectos han quedado congelados.
Es cierto que ya teníamos el ejemplo fresquito de la Junta de Andalucía. ¿Qué hicieron desde los tiempos de Manolo Chaves? Por no darle motivos de alegrías a Teófila, congelaron el Hospital de Puntales, congelaron la Ciudad de la Justicia, congelaron la Residencia del Tiempo Libre…. Han congelado hasta el Teatro Romano durante cinco años. Ahora está Fernando López Gil intentando descongelar, a ver qué pasa.
Los proyectos municipales que se estaban gestando se le van a quedar helados a Kichi, como si fuera un esquimal. ¿La Plaza de Sevilla, con su aparcamiento y sus gastrobares de chuchi gaditano? Congelados. ¿El Museo de las Cofradías de la Cuesta de las Calesas? Congelado. ¿El parque maravilloso que se iba a construir allí? Congelado. ¿La avenida de la Carretera Industrial? Congelada. ¿Los cinco hoteles que anunciaron los otros? Congelados. ¿El Pabellón Portillo y el Teatro Pemán? Igual de congelados que con los otros. ¿Y el Museo del Carnaval? Tieso, como una mojama en el congelador.
¿Hasta cuándo nos va a durar la era del cambio glacial ártico? Por lo menos cuatro años, si no pasa nada raro. Puede que sea entonces (o no) cuando Cádiz salga del congelador, con cara pálida de pesadilla. Estará por ver si le han encontrado algún remedio para sus males. O, con el paso del tiempo congelado, se ha quedado demasiado achacosa y ya es incurable.
También te puede interesar
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Elogio de las fronteras
La ciudad y los días
Carlos Colón
El señor Pérez va a Madrid
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Formas de decir adiós
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
El dilema de Ábalos y Koldo