Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

50 céntimos

Leo: "La policía de la Junta entró en un local de Jerez donde jugaban veinte personas al bingo ilegal", e imagino una redada nocturna entre el espeso humo del antro a la luz de las linternas con agentes con ganzúas y disparos al aire y gritos en la oscuridad y carreras, a lo Eliot Ness y sus intocables. Me paro más en la noticia: la policía ya ha intervenido en diez bingos ilegales en la provincia en lo que va de año y requisado material (un tanto humilde: algún portátil, aparatos de megafonía). Y ya no veo tanto humo. Unos ancianos echan una partidita. Los cartones cuestan 50 céntimos. No hablamos, pues, de SICAVs ni de paraísos fiscales ni de tarjetas black. Esos cartones perseguidos por la policía me dan entre risa y lástima; mitad misericordia, mitad cinismo.

Y tengo que morderme la lengua para no caer en una demagogia barata, de a 50 céntimos el cartón. La policía tiene que hacer cumplir la ley y los bingos son ilegales, perjudican a los que pagan sus licencias y pagan -sobre todo-impuestos. Contra los agentes de la autoridad, nada que objetar. La autoridad sí podría plantearse si, con tanto trámite y con tanta fiscalidad, no empuja un poco a que la gente se busque un alivio en la alegalidad. Pasa, tal vez, con los conductores de Uber. Hacen competencia desleal al taxista que paga sus tasas, impuestos y licencias y que además cumple estrictamente una compleja reglamentación, eso está claro. Pero quizá podría seguirse una doble línea de actuación: por un lado, perseguir la competencia ilegal y por otro descargar las trabas y los pesos muertos de lo legal, para que ambas zonas acaben confluyendo en un área desahogada y respirable de sentido común.

Y debería preocupar a las autoridades (por eso de la legitimidad de ejercicio) que se persiga a unos señores que juegan un binguito de cartones de medio euro y andar luego durmiendo en los laureles con los que se lo llevan crudo y público. Y cosas peores. Pongamos a Artur Mas, que va por ahí riéndose a mandíbula batiente después de haberse jactado de vulnerar la Constitución, al Constitucional y demás instituciones del Estado. Es bastante probable que lo suyo sea sedición. No quiero caer en la fácil demagogia, pero Mas se ríe, y los terroristas de ETA están, tras tres o cuatro piruetas legales de mucho bochorno nacional, en la calle. Y mientras la policía (que cumple órdenes) deteniendo busquimanos y bingueros.

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