EL Ayuntamiento de Cádiz es ahora mismo como un gran sofrito, en el que ingredientes variados se mezclan con la intención de conformar una base uniforme y sabrosa con la que afrontar, con éxito, cualquier plato que se tercie. Porque un sofrito debe tener, en la proporción que libremente se elija, cebollas que no hagan llorar, ajos que no piquen, pimientos que no importen un ídem y tomates maduros y carnosos, que no estén verdes ni recién escogidos de la mata. El cocinero, con todos los ingredientes, debe mostrar su habilidad para sofreírlos en la justa cantidad de aceite de oliva, con la pizca de sal que les dé sabor y con el fuego en su punto justo para que las verduras suden en la sartén sin que queden crudas ni se quemen. En Cádiz, de momento, los ingredientes parecen difíciles de ligar entre sí, y así resulta imposible cocinar esa receta vitamínica que esta ciudad precisa con tanta urgencia.

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