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Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Paternalismo

POCA cosa han aportado que no intuyéramos las tres encuestas sobre intención de voto divulgadas con motivo del Día de Andalucía. Dos de ellas, las publicadas por los colegas, otorgan una ligera ventaja al PP sobre el PSOE, mientras que la del Barómetro Joly avala el resultado más realista a estas alturas de partido: el empate técnico. Las tres confirman una tendencia al alza del PP que no consigue, sin embargo, alzar el vuelo lo suficiente como para tomar distancia e intuir la posibilidad cierta del gobierno. Pero está en ello, menos por méritos propios que por la apatía del adversario. Los próximos meses van a ser decisivos. Cualquier error será vital. Más incluso que cualquier acierto.

Arenas lo tiene fácil: basta con dejarse resbalar por el tobogán y esperar a que el contrincante se estrelle aparatosamente contra sus propios errores. Griñán, por el contrario, lo tiene duro, pero lo tiene. El panorama no es alentador. La Junta, una vez despedido Chaves, sigue enterrada en el chavismo, que no es, como dice la derecha, un régimen en el sentido castrista, pero sí un estado burocrático con características políticas, estéticas y morales que nutre su vientre clientelar con legiones de funcionarios y de parafuncionarios. Políticamente es una socialdemocracia paternalista, lo que implica, además de unos rasgos acentuados de proteccionismo, una cierta actitud autoritaria. El padre tutela a sus hijos y les prepara con ternura el futuro pero a cambio de un acatamiento de ciertos principios ideológicos y morales que, en conjunto, constituyen un estilo de vida.

Algunos de esos principios son aceptables: feminismo, muerte digna, aborto libre, condescendencia social, memoria histórica, etcétera. Pero el afán con que el aparato propagandístico y burocrático difunde sus principios fundamentales y los convierte en normas de obligado cumplimiento para quienes aspiran a ser beneficiados le da al conjunto un aire escabroso.

Respecto a las características estéticas son muchas y definidas. Basta con examinar las fiestas populares, como las del Día de Andalucía, para encontrar unos parámetros estéticos uniformes: medallas, banderas, recepciones. Y como representación plástica de todos esos valores, Canal Sur. El otro día Bernardo Díaz Nosty relacionaba en estas páginas el agotamiento políticos del PSOE en Andalucía con el descenso de la audiencia, es decir, la caída del número de devotos de una televisión que es una forma de contemplar el mundo y de entender la realidad.

¿Conseguirá Griñán tras el congreso del PSOE, y una vez que logre el mando político, depurar ese aire tóxico que durante veinte años ha sido el hábitat político de los andaluces?

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