La fábula

Juan / Antonio / Micó

Habemus expertus

19 de marzo 2013 - 01:00

HACE algunas semanas el gobierno ha recibido un informe sobre la situación actual de la universidad española redactado por un grupo de expertos nombrados por el ministro Wert. Estos expertos han realizado una serie de propuestas que, desde mi punto de vista, llevando más de 30 años en la universidad, se me antoja de muy difícil aceptación por la comunidad universitaria. Conozco personalmente a alguno de los expertos que han formado parte de la comisión y no tengo ninguna duda de que tienen un buen conocimiento de la universidad, tanto en su vertiente docente como investigadora (alguno de ellos tiene también experiencia en gestión universitaria). Aunque dicho informe refleja de forma más o menos veraz la situación presente, hace unas propuestas que pertenecen a un futuro tan lejano como irreal. Si se diera el caso de que alguna de estas propuestas se convierta en ley, pasaran generaciones hasta que notemos algún cambio significativo en el día a día de la comunidad universitaria. El informe peca en su inicio de un claro error, considerar que todas las universidades son iguales, cuando en realidad la universidad española es tan heterogénea como impredecible. En efecto, es heterogénea porque lo que vale para una universidad no es aplicable a otra que se encuentra a tan solo 120 kilómetros o menos de distancia y lo que es aún más grave y sorprendente es que lo que es válido para un campus no es válido para otro campus de la misma universidad, más aún si se encuentran en poblaciones diferentes, como es el caso de la UCA, una universidad desproporcionada. Por otro lado, la universidad española ha demostrado a lo largo de estos últimos 30 años que es impredecible. Se haga el informe de experto que se haga (se han hecho otros muchos anteriores a éste), la universidad española es angustiosamente impredecible. No hay forma humana de pronosticar una carrera universitaria basada en el mérito y el trabajo, sobretodo de los más jóvenes. Te van cambiando las reglas del juego cada dos por tres y casi siempre beneficiando al que calienta el asiento. La universidad necesita de un marco estable y prolongado que cree un sistema de promoción justo que fomente y premie el trabajo.

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