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Fama

Que la fama sea hoy tan deseada en la sociedadno sólo es nocivo, sino que es algo incomprensible

En los años 70 ser famoso no entraba en las quince primeras aspiraciones de los adolescentes, pero hoy está entre las cinco primeras. Y eso es inquietante por varias razones.

Supone un desplazamiento hacia lo adjetivo. Antaño el éxito o el renombre no eran más que el reconocimiento que acompañaba a una buena acción. Pero, desde el instante en que lo valoramos más que el mérito, lo importante empieza a ser la fama, aunque se haya conseguido de forma vergonzosa o directamente ridícula. La televisión y las revistas están llenas de casos. Antes existía algo llamado "mala fama" o "deshonra" o "vergüenza". Hoy se ha impuesto una visión maquiavélica del renombre. La fama justifica los medios.

Paralelamente, se ha malbaratado. Hay inflación de fama. Antes era la gloria, que sí merece un esfuerzo; luego, la fama auténtica; más tarde, ay, el éxito; entonces caímos por el derrumbadero de las televisiones, hasta contentarnos con el número de seguidores en las redes sociales y los likes y favs. La degradación de las portadas de las revistas del corazón y de sus protagonistas en los últimos cincuenta años merecería un estudio.

Nadie calcula el pésimo negocio personal que implica la fama. Ser conocido conlleva estar fiscalizado por el Big Brother y ser juzgado e insultado por desconocidos. Los aplausos y las bofetadas se parecen inquietantemente. A una política, un indeseable le desea un cáncer; de otra, se ríen por una torpeza comunicativa que luego resulta que es consecuencia de una enfermedad; otro es el hazmerreír de toda España por un lapsus sintáctico. Independientemente de que unos u otros de los famosos (políticos) que he citado arriba me gusten más, regular y menos, ¿les merece la pena tanta exposición pública? ¿No se recitarán cada noche los versos de fray Luis: "Dichoso el humilde estado del que a solas su vida pasa ni envidiado ni envidioso"?

He puesto ejemplos de política porque es lo que sigo, pero la vida de todos los famosos es un sinvivir de dimes, diretes, directas e indirectas. Hay quienes asumen ese precio a cambio de cumplir con una vocación de servicio, con un destino artístico o con una profesión amada que implica exposición pública. Pero no entiendo que la fama se busque por sí misma, en vez de aceptarla, si acaso, como una carga casi insoportable. Si usted disfruta de una vida cumplida sin pasar por las horcas caudinas de la celebridad, celébrelo conmigo.

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