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Agustín Fernández Varela

Desdén por el castellano

NUCHO antes de que naciera la Internet, la Red internacional, ya en España el carrilero que subía por banda derecha, desde su propio área hasta llegar al área contraria y chutar con pierna izquierda, no era consciente de que el narrador se había dejado por el camino dos artículos y una falta de concordancia. (Nadie aprovechó el rechace del portero porque esa palabra no existe). Desde el estadio se contagió el fenómeno a otros lugares y, así, leemos o escuchamos, por ejemplo, que Diputación ofrecerá ayuda a ayuntamientos endeudados de la provincia. Por lo tanto, no es extraño que la Internet fuera privada de su la casi desde su nacimiento. Siempre nos quedará Sudamérica para recordarnos que a la lengua materna, como a las personas, hay que tratarla con el respeto y el cariño que merece.

El adverbio hace tiempo que murió de una sobredosis de adjetivos. Descanse en paz.

Sé que la lengua y el habla tienen razones que la razón no entiende, como le ocurre al corazón machadiano. Pero una cosa es la evolución lógica a lo largo del tiempo y otra la consagración de errores por el descuido de los emisores.

"Una mentira mil veces repetida se convierte en verdad" (Goebbels). El abyecto ministro tenía una intención podrida. Aunque el resultado final es el mismo, el origen de lo que comento está, insisto, en la indolencia. Así, por repetición de lo inexacto, por falta de cuidado, prisas, poco rigor, ausencia de amor por lo bien hecho, cada vez más palabras cambian su significado primigenio para convertirse, por arte de birlibirloque, en lo que no quisieron ser. Cutre dejó de ser avaro para convertirse en un cajón de sastre válido para todo: fiestas, bares, personas, etc. (¡Qué cutrerío!). El punto álgido, que como todo el mundo no sabe era de frío glacial, ha pasado a ser, por desidia, todo lo contrario. Lívido no es blanco y libido no es líbido. Tangana es tángana y nunca digan de este agua no beberé. Digan de esta agua no beberé. (En la misma línea, esta arma, esta aula, esta acta).

¿Qué hacer con analítica, geografía, patología, gastronomía, nuevas tecnologías y la larga lista de barbaridades ya asentadas? Lázaro Carreter, si estuviera entre nosotros, ya habría publicado su décimo dardo como mínimo.

No por mucho repetirlo, la media luna musulmana es media luna ni los porteros de fútbol del mundo entero están alguna vez bajo los palos.

Deber y deber de se intercambian los papeles. Debe de ser porque hay grandes déficit (no déficits) de información.

En fin, a pesar de lo dicho, soy de los que piensan (los tertulianos dicen pienso) que no hay por qué inquietarse. No pasa nada. Todo vale en esta sociedad sin referentes éticos ni intelectuales. Aunque hayamos tenido un otoño seco, hay suficiente agua embalsamada.

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