Puente de Ureña

Rafael / Duarte

Cristo muere en La Isla

16 de abril 2014 - 01:00

La muerte es el drenado de la vida. Nada material es inmortal, ni siquiera el firmamento, la bóveda estrellada desde donde los astros nos invitan al sueño.

¿Verdad Virgilio? Sólo un Dios puede permitirse esa existencia. Y la Semana Santa es la conmemoración de la muerte y resurrección de Cristo. Pero divaguemos. A mí siempre me impactó el sudor de sangre de la noche del Huerto.

Siempre me imaginé Jerusalén como los callejones que, antaño, entre pitas, nopales, huertas y polvo, rodeaban la Isla. Entrar en la ciudad equivalía al barullo de los zocos, el mercadeo, los cambistas del templo, los vendedores de ofrendas, como esos puestos de globos, golosinas, o roscos que acompañan a los desfiles penitenciales cuyas bandas de música semejan las patrullas romanas. Los gritos en griego, el arameo en los mercados, el latín de palacio, torre Antonia incluida, el hebreo del rabí en la sinagoga. Todo esperando el asnillo y las palmas para arrancar el suplicio y la muerte.

En estas fechas los nazarenos, en la época de Jesús, Nazareos, como lo escribe San Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Nicodemo apócrifo nos legó las acta pilati, de donde la locución eccehomo, he aquí al hombre, pero ¿contestaría Cristo en arameo, hebreo o griego semitizado?

Magníficas las imágenes de la Isla. La Columna, la espalda azotada con la carne molida de las llagas, la Oración en Getsemaní donde fueron las cohortes romanas a prenderlo, el angor de la sangre por la frente, todo, la presentación al pueblo, el Prendimiento, Medinaceli…

En estos días, suelen aparecer o traducirse más manuscritos de Qumrán y la secta esenia y los celotes cobran preponderancia, más que la que tuvieron entonces. El gólgota, cráneo o calavera en arameo, verá las cruces una vez más. Le han cubierto la cara, le han pegado con el rapisma, nariz y pómulos aplastados como a lo largo de la pasión dan testimonio la sábana santa, el sudario de Valladolid y el gesto misericordioso de la Verónica.

¿Moriremos un poco con él? Nuestro pueblo hedonista y en crisis mal tolera el sufrimiento. La violencia se agita dentro de mucha gente. Muere Cristo en la Iglesia en los oficios del Jueves y Viernes Santo. ¿El velo del Sagrario se romperá? Señor, que no mueran asesinadas más mujeres en estas vacaciones, que el corazón de los esbirros resbale a la piedad. Que esta vida de osarios y cloacas sea más noble. Que el eco de tu muerte nos ampare, aunque sea en la calle, dorada, con ecos de saetas y tambores.

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