El Alambique

Manolo Morillo

Cantinflear

06 de marzo 2014 - 01:00

La palabra cantinflear surgió para describir el muy particular modo de hablar del personaje Cantinflas, creado por el cómico mexicano Mario Moreno Reyes, y fue en 1992 cuando la Real Academia Española incluyó esa palabra como verbo en su diccionario, además de cantinfleada y Cantinflas.

Entre otros significados evidentes la lexicógrafa de Paniza María Moliner se refiere a ella como actitud absurda o desparpajada que a su vez nos lleva directamente a dispersar, esparcir y/o desparramar cualquier cosa, animal o persona.

Estos últimos días hemos sido testigos no solo en El Puerto sino en otros muchos lugares de nuestra Andalucía de una desparpajada descomunal propiciada por la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, cebándose precisamente contra las criaturas más desprotegidas de nuestra sociedad, contra los menores andaluces en situación de exclusión social, algunos de ellos con fuertes problemas familiares.

A nadie en su sano juicio se le ocurre a mitad de curso académico trasladar desde El Puerto a otra ciudad a cinco menores escolarizados en el Colegio Luisa de Marillac, atendidos además en todas sus necesidades vitales en la Casa-Hogar que las Hijas de la Caridad mantienen en nuestra ciudad desde finales del siglo XIX.

Por lo visto cuando surgen los problemas económicos presuntamente provocados por gente que se lo ha llevado calentito, no existe mejor idea de recorte que empezar precisamente por donde no se debiera de hacer nunca. El humanismo se practica, no se predica. Y si verdaderamente hay que optimizar recursos, ajustar presupuestos y reubicar determinados servicios habrá de hacerse con mesura, proporcionalidad y en tiempo y forma.

Particularmente me gustaría saber si la persona o personas que han dado el VºBº a este desparramamiento de menores por la geografía andaluza, permitirían llegado el caso -ojalá que no- que algunos de sus hijos sufrieran en sus carnes este desprecio pedagógico que ellos infringen a otros desde la distancia de un despacho. No creo hubiese costado mucho más haber permitido que los chiquillos terminasen su curso con la normalidad que requieren sus edades. Una cosa es predicar y otra dar trigo.

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