LA primera noticia que se tiene de un atentado contra el patrimonio es la destrucción de las murallas de Jericó. Ya saben, Josué quería conquistar Jericó, protegida por unas fuertes murallas, así que por indicación de un ángel su ejército estuvo siete días dando vueltas a la ciudad tocando las trompetas. Al séptimo día las murallas se derrumbaron y Josué y los israelitas entraron en la ciudad que fue saqueada y sus moradores asesinados, todos menos la prostituta Rahab.

Supongo que fue el propio pueblo de Jericó, harto del trompeteo, el que derribó la muralla desde dentro. Lo de salvar a la prostituta ya no está tan claro. Pero cosas más raras ocurren en el Antiguo Testamento.

Si según el relato bíblico unas murallas se caen por el acompañamiento musical de Josué durante una semana, las murallitas de Cádiz deberían estar hechas polvo, pues bandas de cornetas y tambores atronan los 365 días del año. Pero se han conservado razonablemente bien, hasta que las autoridades locales una vez que se han cargado nuestro futuro, ahora van a por el pasado.

Aquí aún se sigue el precepto paleto y trasnochado de asociar el coche a modernidad, progreso y bienestar. Se hacen costosísimas obras públicas dirigidas al transporte privado, y en una ciudad de características tan peculiares como Cádiz o Jericó, el coche es el rey y el parking subterráneo es su trono.

La marca de la casa de los parkings de Cádiz es 'Grietas, filtraciones y goteras'. Eso sí, grietas, filtraciones y goteras de pago. Ahora se añade un nuevo episodio con el lamentable deterioro de la muralla de Santa Bárbara, con el consiguiente lío: que si el agua es tuya, que no que el agua es dulce, que si el charco ya estaba ahí.

Lo de siempre, unos dirigentes que jamás tienen la culpa de nada, cuyo principal cometido consiste en poner verde al adversario y, en fin, más ocupados en ocultar nuestra decadencia que en sacarnos de ella.

Pero siendo positivo, se podrían utilizar las grietas, filtraciones y goteras de nuestros parkings como atractivo turístico. Propongo un eslogan: 'Parking Josué: marisque mientras aparca'.