Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
EL torero Miguel del Pino, la industria bodeguera de El Puerto y el propio Ayuntamiento, que acordó iniciar una suscripción popular, fueron las primeras reacciones de solidaridad de la ciudad con las víctimas de la explosión, una vez conocida la magnitud de la catástrofe gaditana.
**(de la trágica explosión ocurrida en Cádiz el 18 de agosto de 1947, hoy se cumplen 75 años, en la que fallecieron 155 personas y hubo más de 5.000 heridos y barrios enteros devastados.)
“Yo, humilde artista, quisiera ser el primero en ofrecer mi modesto trabajo a V.E. para participar desinteresadamente en la corrida o corridas que con motivo de la catástrofe se tenga proyectado organizar” manifestaba Miguel del Pino el día 21 de agosto al gobernador civil, en una carta en la que se mostraba “no repuesto aún, como gaditano y como español, de la intensa afección que en mí ha causado la triste y tremenda desgracia que a la provincia aflige”.
Las bodegas de la ciudad, por su parte, el día 22, tenían ya reunidas 202 cajas y 20 garrafas de vino y licores, que fueron remitidas por el alcalde de la ciudad, Joaquín Calero, acompañando a la condolencia oficial enviada al alcalde de la capital, Francisco Sánchez Cossío. Las bodegas de Osborne, Terry y Caballero abrían una relación en la que también figuraban las de Álvaro Picardo, Jiménez Varela, Cuvillo, Sancho, viuda de Edmundo Grant, Quijano y las destilerías del Guadalete y Morphy.
Con El Puerto consternado por la explosión, que provocó en la ciudad la rotura de cristales y monteras, las calles regadas de cristales y el hundimiento de muchas techumbres y tabiques, médicos, practicantes, servicios sanitarios, Cruz Roja y muchos voluntarios se habían desplazado en los primeros momentos en coches y camiones a Cádiz `para prestar socorro, así como el vapor Adriano II. Varios heridos trasladados desde la capital fueron atendidos en el Hospital de San Juan de Dios y la Compañía de Jesús ofreció numerosas camas de su colegio-noviciado, dándose el caso, además, del fallecimiento de un joven de 17 años en la finca de campo “El Limbo”, por un ataque cardíaco a consecuencia, se decía, de la explosión.
En el expediente de las actuaciones llevadas a cabo con motivo de esta catástrofe que se conserva en el Archivo Municipal portuense sigue, ya el día 23, el ofrecimiento de la empresa Nuchera de sus locales del Teatro Principal y del Cinema España, “para todo cuanto considere que puedan ser útiles” al humanitario fin de procurar alivio a los damnificados de Cádiz.
Desde los primeros momentos también muchos vecinos habían llevado al Ayuntamiento sus aportaciones de dinero y especie, cuando el día 25 un edicto de la alcaldía hacía público el acuerdo, tomado por aclamación por la Comisión Municipal Permanente el día 20, de abrir una suscripción pública “en la que podrán figurar todos los portuenses sin distinción de clases sociales, que con su máximo esfuerzo deseen acudir a mitigar la desgracia de los que quedan heridos y sin hogar, cooperando de esta manera a que no les falte alimentos, ropas y ajuar”.
Un día después llegó el telegrama con la orden gubernativa de abrir la suscripción, que comenzó formalmente el día 27 y que al mes de producirse la catástrofe había logrado recaudar 102.854,43 pesetas, llegando a 146.330,80 el día 31 de diciembre. Las aportaciones de mayor importancia fueron las empresas bodegueras y su personal, que en total llegaron casi a 67.000 pesetas, destacando las de Osborne y Terry que contribuyeron con más de 30.000 pesetas cada una.
El gremio de industriales y comerciantes aportó casi 11.000 pesetas, figurando entre los donativos más destacados los de la fábrica de envases de madera de José María Pastor, los ultramarinos de José Velarde y Eugenio López Díaz-Terán (La Argentina), la tipografía de la viuda de Luis Pérez, la fábrica de harinas de Esteban Fernández Rosado, las fábricas de productos enológicos de Augusto Haupold, de Rafael Poullet y de Rafael Nogués, las tiendas de tejidos La Concepción (Vicente Acal) y Moresco y Salvatierra, la zapatería de Gilabert, el refino de Luis Pérez Grant, las confiterías de Ojeda y Los Sanluqueños, mosaicos Tejada, la carpintería de carros de Manuel Palomo, los freidores de Jesús Villar y de Antonio García González y la ferretería de Bartolomé Domínguez Taina.
El Ayuntamiento portuense aportó 10.000 pesetas a la suscripción, siguiéndole en cuantía la recaudación de la Cooperativa Sindical de Viticultores por el donativo de 0,10 pesetas por cada arroba de uva que se cortase en el término durante la vendimia aquel año, que había anunciado el alcalde en un informe al gobernador civil el 17 de septiembre, que ascendió a 8.864,50 pesetas.
El Rácing Club Portuense y el Cádiz C.F. jugaron un partido a beneficio de los afectados el 8 de septiembre, día de la Patrona, en el que el resultado económico fue de 8599 pesetas y el deportivo, la victoria por 2 a 1 del equipo de la capital, que se hizo con la copa donada por el Ayuntamiento. Otras corporaciones como la Cofradía de Pescadores recaudaron 6700 pesetas; el Gremio Local de Hostelería, 2794 o la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos, 1686.
Entre los particulares, el donativo más importante (10.000 pesetas) fue el de la marquesa de Villapesadilla, esposa del que sería poco después alcalde de la capital, José León de Carranza, y los de Juan Gavala, entonces director general de Minas; Francisco Quijano Rosende y el propio alcalde Joaquín Calero Cuenca con mil pesetas cada uno.
También en los primeros días habían sido citados por el Ayuntamientos los ganaderos de la ciudad para responder a la demanda de Auxilio Social de 10 litros de leche diarios “con destino a los niños y enfermos siniestrados”. Por su parte, la Sección Femenina llevó a cabo una colecta de ropa.
El informe del alcalde al gobernador civil relataba también que la Ciudad proyectó y se habían hecho gestiones para “un magno espectáculo a base de Manolete, el que al fallecer ha obligado a desistir de ello por correrse el riesgo de no obtener el éxito apetecible”.
Manolete estaba anunciado en El Puerto para la tradicional corrida de agosto el día 31, pero al fallecer el día 29, tras la cogida sufrida en Linares, ocupó su lugar Domingo Ortega junto a Manuel Álvarez “Andaluz” y Paquito Casado, con toros de Buendía. Una y otra tragedia (aunque llegó a opinarse que la de Manolete hizo olvidar la de Cádiz) desinflaron la expectación por la corrida. En las entradas a la plaza se pusieron mesas petitorias, pero la escasa asistencia de público hizo que la recaudación se quedara en 3.060 pesetas.
El 19 de septiembre tuvo lugar en la Iglesia Mayor Prioral un funeral por las víctimas así como el estreno en el Cinema España de un documental sonoro inédito sobre El Puerto, que fue cedido por el Ayuntamiento, y en el que, según se anunciaba, podían “admirarse las maravillas que en su seno encierra y seguir el proceso de sus fuentes de riqueza tales como la vitivinicultura, pesca y tráfico marítimo”. Se pedía la asistencia “con lo que además de guardar este grato recuerdo conservaréis la satisfacción espiritual de haber contribuido de esta manera a mitigar las urgentes necesidades de tantos hermanos gaditanos que se encuentran sin vivienda, prendas de abrigo ni ajuar”.
La Comisión Permanente del día 22 conoció la liquidación de esta sesión, que ascendió a 4374 pesetas, acordando agradecer a Manuel Nuchera su desprendimiento al no deducir “cantidad alguna por gastos de proyección, los que ha satisfecho por su cuenta”. Posteriormente, el 14 de octubre, el documental volvió a proyectarse a petición popular en el Cine Macario, siendo el beneficio de 359,35 pesetas. Unos días después, el 18 de octubre, se representó la zarzuela “La canción del olvido” por el grupo artístico de Educación y Descanso, dirigido por Rafael Tardío, para la que se distribuyeron entradas por valor de 3156 pesetas y supuso una aportación de 2000 pesetas por parte del grupo, cantidades todas ellas incluidas en la relación de estas aportaciones.
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