Lo ve todo

27 de enero 2024 - 06:00

Hace unos años cuando algún alumno en clase de Religión, en la de Química o en un recreo me preguntaba que cómo estaba yo segura de que Dios existía, le contestaba lo que me contestaron a mí, cuando muchos años antes preguntara lo mismo.

Les respondía que desde la prehistoria los hombres ya suponían que había un ser superior que los había creado. Y que esa idea, cada grupo o colectivo lo fue simbolizando de distintas formas, con la misma intención: nos creó porque quiso. Casi al instante añadía: y ve qué hacemos bien y qué hacemos mal, aunque nos escondamos.

Siempre procuraba tranquilizarles: Dudar no es un delito. Aceptar su presencia es lo que llamamos fe. Y eso hay que trabajarlo porque en buena medida depende de la voluntad individual.

Todas las civilizaciones de las que se tienen conocimiento, les explicaba, coinciden en la existencia de esa deidad capaz de crearnos y de verlo todo. Y añadía que el hombre no crea. El artista, el científico no crean. Transforman.

Después les hablaba de un filósofo llamado Kant y de su “atrévete a pensar”. Es decir, dudar es lo normal. Todos alguna vez sentimos la duda, sobre todo cuando no sabes explicarte determinados sufrimientos injustos que pasan algunas sociedades sin merecerlo.

No sé si a esos inteligentes preguntones les habrán servido de algo los esfuerzos docentes. Ojalá.

El sábado pasado estuve con Betilo en el Museo Arqueológico Municipal de Jerez. Tuvimos la suerte de contar con las explicaciones de su antigua directora, doña Rosalía González que, con un dominio espectacular de la materia y una paciencia infinita, fue explicándonos lo más significativo de cada sala. En una de ellas me quedé maravillada. Atónita: nos mostró unos dioses prehistóricos (III—II a C), simbolizados por dos cilindros de caliza marmórea pulida con los ojos tallados. Sin bocas. Y cuando nos pregunta qué pensábamos de aquellas dos figuras nadie supo responderle. Ella nos confirmó que representaban la espiritualidad de aquel mundo “Dios lo ve todo. No habla, pero ve”.

Miles de años después las distintas culturas religiosas están convencidas de la misma idea y seguimos haciéndonos las mismas preguntas.

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