Manolo Morillo
La bandera como coartada
Convocada por las Plataformas Puerto Real y El Puerto con Palestina, el pasado sábado tuvo lugar una marcha solidaria contra el genocidio perpetrado por el gobierno criminal de Netanyahu. El infierno de Gaza comunica directamente cada noche, a través del telediario, con el infierno moral en el que nos hemos instalado cómodamente bajo la forma de una desalmada indiferencia. Cuando todo acabe, decía Luther King, “no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.
Se pregunta uno estos días en los que nuestra ciudad aparece engalanada de banderas y proclamas religiosas que recuerdan otros tiempos, por qué las iglesias y las cofradías locales no han alzado la voz para denunciar de manera conjunta y públicamente, desde una fe comprometida con el Dios de la vida, el asesinato de civiles. Más de 18.000 niños ya, en la Matanza de los Inocentes de Gaza. Hasta donde uno sabe, sólo la Parroquia de San José Obrero se ha manifestado contra esos crímenes de lesa humanidad: “Cada vida humana es sagrada, y su destrucción es una herida profunda a la dignidad humana que proclamamos y defendemos desde nuestra fe”. No basta con ser creyente. Hay que ser, sobre todo, creíble.
Desde la web del Vaticano, el Papa León XIV ha pedido en varias ocasiones el fin de esta barbarie. En la misma línea, la Conferencia Episcopal Española ha solicitado un embargo militar integral, tildando los actos de ocupación como “una limpieza étnica”. En Gaza, no es que no se le dé de comer al hambriento, tal como dejó dicho Jesús en las bienaventuranzas, sino que se le asesina mientras espera durante horas una mísera sopa de lentejas en las colas del hambre. A mis hijos, decía el otro día una madre gazatí en la portada de un periódico nacional, “les prohíbo ver videos en internet de comida porque les hace daño”.
Tampoco del pleno de nuestro Ayuntamiento ha salido una condena unánime al genocidio. Es más, el alcalde, Germán Beardo, ha mostrado en varias ocasiones su apoyo incondicional al gobierno israelí. En mayo colgó en las redes este comentario: “A mí me parece más salvaje permanecer callado (…) sin salir en defensa de un estado democrático, o estar de lado de un grupo terrorista”. Para Beardo, admirador de personas tan ejemplares como Milei, Alvise y el propio Netanyahu, rebelarse contra el exterminio de los palestinos es apoyar a los terroristas de Hamás. No piensa lo mismo su jefe en Sevilla. El presidente de la Junta, Moreno Bonilla, sí se ha posicionado en contra de los ataques de Israel y sobre la prohibición de la entrada de ayuda humanitaria.
Dice Manuel Vicent que si permanecemos insensibles ante este genocidio, deberíamos tomarnos el pulso para comprobar que no estamos muertos.
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