Tradición y agradecimiento

20 de septiembre 2025 - 07:00

Fui a saludar a una buena amiga a una residencia de mayores. Estaba feliz. Esa mañana habían salido de excursión a la Iglesia Mayor Prioral para visitar a nuestra Patrona. Allí coincidieron con residentes de otros centros locales. Me comentó que le vino muy bien ese ratito. Felicitamos al que tuvo la idea. La edad no debe ser impedimento para visitarla.

A la madre de Jesús se acude para disculparse por el olvido de los días sin rezos. A suplicarle capacidad de resolución ante las adversidades que se van presentando. A pedirle por los hijos, para que continúen siendo buenas personas y sepan conservar sus amistades. Los hijos, ya hombres, que hace tiempo participaban en la confección de la alfombra o le tiraban besos desde nuestros brazos cuando Ella pasaba.

Se visita para pedirle por la Paz en esos países que carecen de ella por tener creencias o culturas diferentes. Para que cada uno, en la medida que pueda, nos impliquemos en hacer del mundo un lugar más justo.

La Virgen de los Milagros, para los creyentes es nuestra Madre y, me atrevo a añadir, es nuestro signo de identidad portuense. Mucho más que La Puntilla o El Castillo.

Habrá quien piense que esa imagen no le representa en modo alguno. Lo respetamos. Puede ser lógico si no se ha vivido dentro de la tradición cristiana, o se han despistado de ella. Sin embargo yo creo que el rescoldo de lo aprendido de niños permanece dentro, sedimentado. Y cuando nos surge un problema, salta a nuestra memoria porque necesitamos la esperanza. No temamos trasmitirlo a los más pequeños. Forma parte de nuestra cultura portuense.

Portuense es, además, palabra respetuosa. Abarca todo tipo de género. La hemos hecho, poco a poco, consentidora de las diferencias. Globalizadora, porque acepta a los no nacidos aquí.

Queremos al Puerto si colaboramos en cuidarlo y trabajamos por mantener nuestro patrimonio. Uno de los prioritarios es la Iglesia Mayor.

En estas misas cercanas al ocho de septiembre, siempre recuerdo a las mujeres que me llevaron a venerarla desde pequeña, convencidas de que madrugar merecería la pena. A ellas mi agradecimiento.

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