Calle Real
Enrique Montiel
Una mentira tras otra
Estaba sentada disfrutando con parte de la familia en una heladería nueva cuando vi pasar unos adolescentes descamisados. Estábamos lejos de la playa. No me cuadraba esa estética allí. Al rato, unas chicas con ropa ajustada y detalles de brillo en la ropa. Y luego más. En oleadas. Pregunto a dónde van. Mi hijo más musical me contesta que al Puro Latino en el recinto de la Feria. Que escriba el artículo sobre lo bien que se lo pasarán porque él recuerda como días mágicos aquellos en los conciertos de Benicasim, hace un montón de años.
Al instante me llegan recuerdos: Las despedidas de los padres en el tren. Como era el mayor, me parecía que se iba a la luna. Las advertencias cansinas que les dábamos. La tranquilidad que nos entraba cuando comprobábamos que el viaje lo hacía con otros muchachos conocidos. Y ese: “llama en cuanto llegues”.
Mientras mi cabeza se desborda con recuerdos él continúa: —Los jóvenes, mamá, tienen la obligación de ser jóvenes. De vivir en el tiempo que les toca. De divertirse con sus amigos.
Al lado están sus hijos, aún pequeños. Es inútil que intente explicarle la doble sensación que le aparecerá cuando se alejen. Por una parte la alegría porque tampoco pretenderá que vivan atornillados. Por otra, el tambaleo, la duda que acude por si es que resultamos ser demasiado permisivo. Lo peor es el pánico por si alguien se aprovecha y les pudiera hacer daño. Porque los jóvenes tienden a creerse inmortales. Nosotros también cuando lo fuimos.
Me parece bien que se diviertan cuanto puedan y tomen fuerzas para cuando llegue septiembre y sus horarios. Me parece bien que la ciudad acoja actividades pensadas para ellos. Que conozcan a otros jóvenes que vengan de lugares alejados.
Son hijos de padres que sienten como yo sentí. Por eso sugiero: Divertirse es ajeno a resacas y ojeras. Es ajeno a permitir que se enriquezcan los sinvergüenzas que viven de las estafas y venta de lo prohibido. Totalmente ajeno a la rotura de vidrios o al despliegue de basuras.
El Puerto acoge y acogerá a los turistas que saben estar.
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