Pasados por agua

15 de noviembre 2025 - 07:00

Llueve. Toda la noche ha estado lloviendo. Será el tercer día de lluvias copiosas. Como algunos lectores, esta madrugada me he asomado a través de los cristales y no dejo de pensar en los sin techo. ¿Habrá un refugio para todos? He oído mil veces a una buena parte de la sociedad juzgando: pues que no se hubieran metido donde no debían… Tal vez tengan razón. Pero eso no me impide pensar en que no sé cuántos, a pesar de los avances de nuestra sociedad, estarán refugiados en portales ajenos.

Llueve. Según nos indican los medios, parece que todo el día seguirá lloviendo. Y ahora pienso en la Academia de Bellas Artes. Había goteras en la segunda planta. ¿Las habrán recogido? ¿Estarán programadas las fechas de ejecuciones precisas para poder recuperar sus actividades? Ayer en la calle Federico Rubio, otro edificio importante que fue Concejalía de Cultura mostraba la puerta cejada y me temo que en peligro de derrumbe. Me duele este Puerto roto.

Continúa lloviendo fuerte mientras escribo. “No seas negativa. La lluvia es necesaria”, pienso. “Los pantanos tienen que llenarse, los campos… ” Luego, rectifico: los campos no necesitan borrascas sino aguas mansas que calen poco a poco. Como la cultura. La precisa y deseada cultura, que intentaba acercarse a cada portuense en forma de Feria del Libro.

La lluvia inoportuna la eclipsará. Al menos lo que estaba previsto al aire libre. Igual esta parte se podría retrasar para evitar que algunos de los proyectos de libreros y autores se vayan, como el agua sobrante, por las alcantarillas.

Llueve demasiado, sin permiso de nadie. Sin piedad. ¡Cómo si fuera fácil publicar un libro! La de horas que nos arranca a los atrevidos que lo intentamos sin escarmentar.

¿Por qué escribimos? ¿Para qué? En mi caso, para hacer lo que me gusta, o más bien lo que necesito hacer en mi tiempo libre. Cuando se amontonan las palabras y rebosan las frases mientras permanecemos en silencio con la mente rebosando ideas y la hoja en blanco nos permite apaciguar el alboroto interior y mostrarnos como personas tranquilas. Pacíficas. Como si nada nos importara demasiado…

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