Cuando el mecanismo democrático entra en juego y se aceptan sus reglas hay que apechugar con las consecuencias que puedan derivarse del mismo. Es evidente que tanto en nuestra querida Andalucía como en el resto del país habrá un antes y un después del 2D, día en que los demócratas acudimos a votar en la fiesta de la democracia que son unas elecciones, en este caso autonómicas. El filósofo de profesión y docente de vocación, Karl Raimund Popper, reconocido como padre del racionalismo crítico, sostenía en su libro La sociedad abierta y sus enemigos, que la tolerancia ilimitada puede conducir a la desaparición de la propia tolerancia en sí misma. Ampliaba su razonamiento en que si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto como ellos, de la propia tolerancia. Paradójico ¿verdad? Así y todo intentamos entender el resultado emanado de las urnas el pasado domingo, pero nos cuesta. Diciembre para los andaluces se convierte una vez más en un mes crucial. Dos fechas quedarán marcadas a fuego en nuestra historia reciente: el vil asesinato del malagueño Caparrós, y la entrada por vía democrática intravenosa de 12 intolerantes que llevan en su ADN, precisamente, la destrucción -entre otros logros sociales- de los sillones que okuparán en el Parlamento Andaluz. En El Puerto de Santa María y en clave local, es relativamente fácil visibilizar que la izquierda protestará pero no votará cuando sus líderes tan sólo se entretengan en asuntos menores que a la ciudadanía ni les va ni les viene. Aquí tendrán que 'mirárselo mucho' y dar el do de pecho cada segundo que pase hasta que la primavera en modo de elecciones municipales ponga a cada cual en su sitio. Cuando no funciona la autocrítica se pierde la base y la perspectiva de la política. Si Marine Le Pen, David Duke, líder que fue del Ku Klux Klan y el impresentable de Trump felicitan a una organización que alimenta la Violencia, el Odio y la Xenofobia mal camino llevamos los andaluces. Aprendamos de esto por lo menos desde el Barrio Alto hasta la Bajamar. El Puerto merece más.

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