Ópera de masas

11 de diciembre 2025 - 03:04

Aeste pálpito amarillo le están saliendo últimamente novios y novias. Según, claro. Y son estos novios-lectores lo que tras saludarme afectuosamente delante de Moret o de Castelar o del Bar Liba me instan a escribir sobre esto y aquello. Manolo, creo que te sería más interesante, hablar más del Cádiz y sus posibilidades que del Madrí o del Barcelona. Esto me lo arguye un amigo médico tomando café en el Novelty junto con mi hermano José Luis, a la vez que unas palomas intentan robarnos el churro sobrante que dormita tieso sobre el velador. Le aclaro a mi amigo que ya lo hago en El Pálpito Amarillo, lo de escribir del club de la Tacita de Oro, y que en Más Allá de lo Amarillo disfruto una barbaridad escribiendo sobre el binomio Madrid-Barca y de la Champions. Realmente es en MAA cuando más saboreo el fútbol, un fútbol que podríamos intitular como “de autor”. Porque en lo que respecta al Cádiz SAD, no hay ningún placer, sino lo que ya he bautizado en estas páginas del insigne Diario de Cádiz como el fútbol amor y, ya sabemos los disfrutes y las tenebrosidades de todo amor. Cuernos, perdones, reconciliaciones abruptas, indescriptibles gozos… Con el Cádiz no vemos fútbol, sufrimos el fútbol. Con la parejita azulgranablanca no hay fútbol amor, sino visión placentera de la ópera futbolística. Siempre me ha parecido el deporte del balón una inmensa ópera vista y oída por cientos de millones de seres humanos. Hay una razón, el fútbol ha dejado de ser, desde Pelé y Di Stéfano o Kubala un deporte para devenir directamente en espectáculo. En enorme espectáculo de masas. Por eso, por ejemplo estoy en contra de las expulsiones, aunque no de las sustituciones de los expulsados. No puede faltar un cantante en la Scala de Milán. ¿Se imaginan Rigoletto sin la Callas? ¿O un Barça sin Messi? ¿O a los albos sin Butragueño? Si alguien duda de los sufrimientos acaecidos en los minutos finales del Cai-Racing, con ese tercer chicharito infame, que venga y me lo diga. Eso es amor. Y dentro del amor está el sufrimiento. O no. Pero con los de Carranza padecemos más esto que aquello. Me perdí el primer gol gadita por… no lo puedo decir. Imagínenselo. De modo que me asombro cómo mi equipo va vapuleando al líder de Segunda. Dos a cero. Toma candela. Gran regodeo. Luego espinitas con el primero de los chicucos. Y en el segundo tiempo, espinazo grande con el empate y puñalada trapera en el duodeno terminando el partido. Partido se queda uno con estos goles de las prórrogas de las prórrogas. Y encima, golazos en contra, tres. ¿Ves cómo hablo del Cádiz, amigo Paco?.

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