La muerte no es el final

18 de octubre 2023 - 06:00

Las redes fueron la alarma, y corrió como la pólvora la desaparición de aquel chico. Muchos fueron los que se hicieron eco de una noticia que difundieron, aunque realmente pocos, quizás solo los mas cercanos, lo conocían. Al fin y al cabo, un desaparecido más que dio lugar a cientos de propuestas, desde las más macabras, con tráfico de órganos incluidos, a las mas divertidas como la gamberrada del año. La triste, tristísima realidad es la muerte, extraña y simple, mezcla de inconsciencia y casualidad. Ahora llega el momento de las explicaciones, de los culpables y los verdugos, de la crítica y la sabiduría popular mal enfocada. Pero, hablando fríamente, quien es culpable, pensándolo con sensatez, quien lo buscó. Todos hemos perdido un tren, muchos hemos tratado de colarnos en trenes, pero pocos, muy pocos hemos buscado el último tren. La pregunta ahora no es porque no se vigiló mas el acceso a trenes sin uso. La pregunta no es porque no se buscó en una vía muerta; la pregunta no es porque se buscó la entrada alternativa, corriendo el riesgo, jugándose la vida, para tomar el tren por la puerta falsa. Es obvio que el sentido común hacía impensable que alguien hiciera lo que hizo, pero realmente, ¿alguien sabe lo que hizo aquel chico? Nadie lo arrojó a la vía del tren, y por supuesto, lo ocurrido no justifica que a partir de ahora quien pierda un tren amenace con el fin de sus días, so pena de buscar la alternativa, eludiendo seguridad, vigilancia y normas que son iguales para todo. No hay culpables, ni siquiera podemos pensar en la culpa de quien se adentro en la selva y se metió en la cueva de los leones. Las cosas pasan y esto nos hace pensar en toda nuestra vida pasada, en la de cosas que hubiéramos evitado de haber elegido un camino más razonado que acorazonado. Lamentable hecho, triste final, desconsolado desenlace de una llamada sin respuesta, y, aun así, merecedor del llanto y del olvido, pues ya bastante dolor ha causado, pero buscar más allá de la razón, nos puede conducir a conclusiones que solo apunten a una sola persona. A veces es preferible perder un tren, de la forma que sea, que perder la vida en el intento.

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