Calle Real
Enrique Montiel
Una mentira tras otra
Este verano me propuse releer libros de autores clásicos. Tanteo. Saco dos de Albert Camus, un francés hijo de emigrantes. Solo recordaba el argumento de la La peste. En esta mañana nublada de julio, al abrir La caída, asumo mi frágil memoria. Claro que lo leí. Estaba subrayado con lápiz. Suelo hacerlo con algunas ideas que colocan los autores universales a sus personajes. Tal vez por eso prefiera el papel. No tardo en encontrarme algo interesante: La convicción de quienes creen tener más inteligencia que los demás. Camus tiene la frescura de afirmar que es algo que “muchos tontos comparten”.
Me quedo pasmada. ¿Será esta presunción otro mal social? ¿El empeño de algunos de creerse más listos y utilizarlo por encima de sus oponentes? ¿El objetivo social radica en ser más? ¿Más inteligentes, más ricos o más poderosos? Siendo poderoso y aliándote con otros que lo sean, tal vez pueda “comprarse” a quién sea para aquello que se necesite.
No dejamos de oír discursos inteligentes y bien estructurados de los amos del mundo, justificando actitudes de dudosa integridad. ¿A dónde nos llevarán sus resoluciones, o su incapacidad de resolución? ¿Quién decide qué es lo mejor? ¿Cómo o cuándo se pondrán de acuerdo para conseguir que tantos desempleados, sobre todo jóvenes con formación, trabajen sin la angustia de la eventualidad? ¿Quién protegerá a las ciudades de cambios que la enriquezcan sin deteriorar el medio ambiente?
No tengo por qué dudar de la responsabilidad de quienes nos gobiernan. Si acaso, sugerir que las soluciones a los grandes problemas que atañen al bienestar de las ciudades deberían de consensuarse. También en las organizaciones de eventos. El jueves mismo, casi a la misma hora, en Bellas Artes se presentaba un libro de poemas. El Ateneo del Vino había organizado una conferencia con posterior cena en una bodega local. En otra, los aficionados estaban deseosos de poder acudir a los conciertos de jazz. Un acto institucional: El Puerto avanza, y nosotros, ya nos habíamos comprometido a un reencuentro de amigos. En el ocio también falta consenso. No existe la poli-locación, ¿verdad?
Elija bien y disfrute. Con buena compañía.
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