Madríbarça I

04 de diciembre 2025 - 03:04

Otravez con este palabro que me he inventado en un alarde periodístico. Es que son divinos. Lo que nos hacen disfrutar. En primer lugar la parte azulgrana. Mañana, la blanca. Y nos encontramos con un partidazo de los gordos, de los que excitan al ojo amarillo y sufridor. Al fin veo fútbol sin enfermar de los nervios. Ni del corazón. Futbol aséptico, químicamente puro, para disfrutar. Y digo que sí la gozamos. El partido era vital para ambos. Tras siete victorias continuadas, los del colchón tiene la probabilidad de subir a los altares de la liga. Sabían que con ese golpe de timón hundirían al líder y pasarían a encabezar la tabla clasificatoria. Y sobrepasar a los cibelinos. Se trata de un equipo reforzado con Baena y gente nueva, pues Coque no está para bregas y Griezman ha envejecido, aunque sigue siendo un peón estupendo para salir en el minuto sesenta. Y con Simeone se sienten seguros. Un Cholo tan exaltado en el rectángulo de entrenadores como sensato ante las cámaras y los micrófonos, a partido pasado. Pronto el estupendo Baena burló la línea adelantadísima de los granazules para con la punterita aislar la esfera de las manos formidables de García. La cosa se ponía chunga, tocaba otra vez remontar. Y el Barcelona está acostumbrándose peligrosamente a las remontadas. La cosa se ponía chunga, digo, pero teniendo a Rafiña y a Pedri, todo puede suceder. Con 22 años, cómo puede tener tanto y todo el fútbol en el cerebro, me pregunto; pero es que además el pie se ajusta perfectamente a eso que sólo poseen los tocados por el Señor. España y el Barça han encontrado por dos reales a un monstruo de lo de la pelota. Pase por dentro y genial del canario y Rafiña hace el resto, que no era poco. El empate finaliza una primera parte de lujo, mas lo mejor estaba por llegar. Los dos onces pelean por el medio campo, pero ahí los madrileños, como cualquier team del mundo, lo tienen crudo. Pedri. Virgencita, déjalo como está, que no se lesione cuando llegue el mundial, que con él y diez monstruos más podemos tener la segunda estrella. Sueños. Lewa, que empieza a perder esa llama que tenía antes encendida, se está poniéndose torpón. Nunca habíamos visto tirar tan mal un penalti. Aunque dio un cabezazo que se colaba cuando el veterano meta del Atlético de Madrid metió una mano prodigiosa. Peloteo cumbre y pifias concluyentes. Pero Olmo marcó el dos a uno al poco. Este Olmo tiene una virtud que se paga muy cara: en el área halla hueco para meter un balón inocente al fondo de la malla. Con el 2-1 la horda se encrespa y brama el estadio nuevo. Y el Aleti pone rumbo al portón de García. Pocas veces se ve a un Simeone tan adelantado, tan cercano a correr riesgos. A vivir en campo rival. El de la capital domina, llega y falla algún gol. Y el de enfrente recurre al cerrojo, cosa rara en un equipo que siempre quiere más. Pero le salió bien la faena a Flick. Incluso metió otro central, el fracasado Christensen, a fin de malograr los peligrosos córneres que se sucedían ante un Barça atormentado y rabioso por concluir el match. Y cuando parecía que el triunfo casero quedaría 2/1, Rushford y Balde, lanzaron un arreón, que terminó en las botas del cazagoles Ferrán. Pita el arbitro. Finish.

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