Manolo Morillo
La bandera como coartada
Los amigos de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia han invitado a Alfonso Guerra a impartir el próximo martes una conferencia bajo el título 'En torno a Antonio Machado'.
Del poeta sevillano, que en palabras de Gerardo Diego “hablaba en verso y vivía en poesía”, sabemos que apoyó a la izquierda y a la República por principios morales. Defendió un socialismo que proclama el orgullo de los desposeidos, la épica cotidiana de los derrotados. Un socialismo de equipajes ligeros, de infancias sencillas, de vino en las tabernas, de huertos claros y de limoneros. Su pensamiento y, sobre todo, su impecable comportamiento ético hasta el final de sus días recuerda a los protagonistas de las tragedias griegas. Tras el alzamiento fascista, Machado sabe que sus ideas están condenadas al fracaso, pero como todo idealista, no abandona la trinchera de los derrotados de la historia. Muere pobre y desahuciado del país al que amó. Es políticamente un perdedor, pero moralmente un héroe.
En torno a Alfonso Guerra conocemos, según confesiones propias, que fue don Antonio el que lo orientó hacia el socialismo. Que tenía otras ilusiones que iban más allá de la política, que probablemente se equivocó al optar por el ejercicio de la cosa pública. Se planteó abandonar en 1977 y 1982, pero no lo dejaron y aceptó continuar “por desesperación”. A pesar de que siempre ha presumido de u desapego al poder, estuvo desesperado casi 40 años, ocupando un escaño en el Congreso de los Diputados por Sevilla desde 1977 hasta 2015. Como dice un amigo, veterano militante de izquierda, se ha llevado toda su vida comiendo de la olla grande. Agrupémonos todos en la hucha final, que cantaba el gran Aute. A mí siempre me ha parecido un tipo en constante gira promocional de sí mismo, sectario, vanidoso, misógino.
El humilde profesor de francés dejó tan claras sus enseñanzas como sus versos: “Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura”. En la defensa del progreso social, más importante que creer en unas ideas es ser creíble. El poeta vivió y murió para el socialismo. El político ha vivido toda la vida de él.
También te puede interesar