El lujo de aprender

Necesito escribir. La escritura me ayuda a ordenar estas emociones surgidas en torno al 125 aniversario de la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia, en donde cada una de las actividades previstas con antelación, se han ido cumpliendo en los plazos acordados.

Esta semana nos quedaban dos actos: Celebrar el cierre de actividades en el mismo salón del Ayuntamiento y en la misma fecha, el día de La Inmaculada… de hace 125 años. Allí, un grupo de soñadores con los pies en el suelo hicieron realidad la apertura de un lugar en la ciudad donde tuvieran cabida los aficionados al arte.

El segundo acto tuvo lugar en el Castillo de san Marcos, en donde se entregaron los títulos de Socios de Honor al Grupo Caballero, a El Centro Inglés, a Manuel Rincón y a Ramón Bollullo, este último a título póstumo. Tras este emocionante momento, Javier Maldonado presentó a Carmen Cebrián González como autora del libro documental 'La Academia de Bellas Artes Santa Cecilia y El Puerto de Santa María'.

En el mismo nos cuenta la autora como Federico Rubio, en 1900, durante un banquete en su honor en nuestra ciudad, expuso “la necesidad del desarrollo educativo no solo de los niños sino de los jóvenes de El Puerto”. Que, a dicho banquete, asistió como secretario municipal, José Luis García Ruiz que fue, más tarde, el primer presidente de nuestra Academia. No debió de ser fácil, pero el proyecto salió adelante.

Son horas y más horas. Trabajos impagables en los que podremos reconocer el esfuerzo y la dedicación de tantas personas que, en estos 125 años se han responsabilizado de las gestiones económicas y administrativas precisas en la dirección, la secretaría, o el trabajo diario del profesorado.

Los portuenses debemos sentirnos orgullosos. No siempre, como ahora, la escuela y la educación artística se encontraban al alcance de los que desearan instruirse. En aquellos tiempos, una mayoría de alumnos, sin la Academia, nunca habrían podido disfrutar de cantar en un coro, esculpir o pintar un cuadro.

A todos ellos nuestro agradecimiento por su tiempo. Por hacernos posible el lujo de aprender.