El Alambique
Rafael Morro
Cumplir en diciembre
Es lo que se lleva. Es de tremenda actualidad. Preguntas a una mujer joven cuantos hijos tiene o cuantos va a tener. Y te responde que tiene bastante con sus sobrinos. Y tiene sus razones, entre ellas, la más frecuente es que tiene un trabajo y no podría dedicarles tiempo. O sencillamente que para ella es un engorro tener que amamantar al bebé y estar todo el día cambiando pañales. A mí me suenan a sueco esas alegaciones. Pienso y les comento que dentro de unos años tener un niño va a ser un tesoro Y es muy fácil comprenderlo. Algunos dicen que el parto es muy doloroso y que los niños dan mucha lata, y es que se olvidan de cuando eran ellos niños o niñas. Los niños juegan y los mayores fuman en pipa o se toman un tintorro en la taberna con el vecino.
Primero son calzones, luego bombachos y terminan con los pantalones largos, que además se heredan unos de otros. Yo comprendo que hay diferencias en el tiempo y en las circunstancias. Yo he tenido seis hijos y tengo ahora 16 nietos que son mi alegría. Además, un perro que es el mejor juguete para los dichos nietos, están locos con él. Y además me he criado en una casa: piso de arriba, ocho hermanos; piso de abajo, siete primos. Y para todos pan con manteca y puchero. Hombre, sería hoy mucho, pero al menos una parejita . Total, que no estábamos solos y aquello era una marabunta, pero bien y contentos. Bien es verdad que los tiempos cambian y hoy no es lo mismo que ayer, pero no demasié. Eso de no tener hijos es una pasada. Lo digo con rotundidad, que la mayor alegría de mi vida fue cuando tuve en mis brazos a mi primer hijo, mi corazón estalló de alegría y de satisfacción. No ha habido en toda mi vida, que ya es larga y gracias a Dios, buena, ninguna alegría tan grande como aquella.
Da alegría ver salir a los niños del colegio, salen a borbotones y contentos como si fueran a la feria. Y la camarería, porque cada uno tiene sus más íntimos amigos, con los que juegan al trompo o a pillar. Ya no nos acordamos de aquellos tiempos, la vida larga y llena de años hace que los recuerdos de la infancia queden olvidados. Harían falta locales o escuelas específicas para los niños pequeños. Sinceramente, creo que es una inversión fundamental y que a nadie se le ocurre. En todo caso, esto sería, de poder hacerlo, a cuenta de los poderes públicos, como se tienen las escuelas de Primaria o los institutos para ya mayores
Verdaderamente es una tragedia que no se quiera tener hijos. Tendrán toda la razón del mundo en cuanto a que no se puede compartir buen trabajo e hijos. Pero también es cuestión de egoísmos. Pura y sencillamente egoísmos. Y desde luego culpa tiene el Gobierno que no pone recursos para mediar en el asunto, facilitando medios para que sea posible una y otra cosa.
P.D. Me gustaría que las niñas y las no tan niñas recapacitaran sobre el asunto y encuentren medios y formas para que nazcan niños, que es lo más hermoso y maravilloso de nuestras vidas. El perrito está bien, pero no basta. Y otra cosa son los nombrecitos que algunos les ponen. Eso de Lola o Pepe es muy antiguo.
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