Calle Real
Enrique Montiel
Una mentira tras otra
Algunos ven a las personas mayores como a los jarrones de cristal: seres tambaleantes ante golpes inesperados. Cuando nuestra edad aumenta nos convertimos en reclamo para delincuentes que, por otro lado, van creciendo a velocidad de vértigo. Sobre todo cuando descubren lo complicado que está el mundo laboral y lo tremendamente fácil y barato que sale estafar.
Esta vez ha sido a una buena persona muy cercana a nosotros. En la puerta de un supermercado se le acerca un joven, y el hombre no sabe bien qué le pasó, ni tiene conciencia de lo que el muchacho le hizo, pero acabó entregándole una considerable suma de dinero.
Por la noche se lo conté a mis amigas. Podría ser ese producto que anula la voluntad de algunas jóvenes confiadas, que conocen a alguien simpático, se pasean con él, y acaban siendo violadas y grabadas para regocijo de sinvergüenzas que deberían de no pisar la calle en muchos años. El caso es que perdió el dinero y que se le tambaleará la confianza en sí mismo.
El día anterior yo iba para un gimnasio que, por fin, retomé. Se me acerca un hombre. Me da dos besos mientras me pregunta por la familia. No tengo ni idea de quién puede ser pero, tras cuarenta y tres años dando clases, supongo que podría tratarse de un antiguo alumno. Tras una breve charla pone en mis manos unas papeletas. No llevo dinero, le digo. Voy al gimnasio. Me deja con la palabra en la boca y salta a otra posible víctima.
Estafan porque les trae cuentas. La pena es que son personas jóvenes que quieren dinero fácil y que se arriesgan, conscientes de que, si alguna vez los sorprenden y denuncian, estarán casi sin penas. Dirán, sin faltar a la verdad, “que ellos no obligaron a nadie”. Y seguirá la rueda de estafadores.
Entretanto, los jubilados vamos viviendo de pensiones que se acortan según crecen los precios. ¿Cuántas horas empleamos para mantener, con dignidad, nuestros puestos de trabajo?
La falta de valores de una parte de la población crece. Los ladrones también son víctimas, aunque lo desconozcan. Necesitamos soluciones urgentes.
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