Juan Clavero
Beardo planta un árbol
El Alambique
El mundo cofrade no deja de sorprender, pero a veces ocurren acontecimientos que pueden hacer algo de historia, como así ocurre en estos días. Hemos vivido traslados de sedes por diversos motivos, y todos ellos ante obligaciones ineludibles o a lugares insólitos.
Dejar tu casa para marcharte a otra nunca es ni fácil, ni agradable. Pero la Hermandad del Dolor y Sacrificio ha dado un paso importante, decidido y valiente. Ya en su fundación hizo gala de ser una hermandad diferente, y a pesar de que, con el paso de los años, muchas cosas han cambiado, y pueden existir opiniones de muchos colores, el actual paso es de indiscutible valía.
Nuestra capilla, y hablo así por ser igualmente mi hermandad, era coqueta, la que había, para qué más, sencilla y funcional, viviendo de prestado para el resto de cosas y sin jamás reproche alguno o exigencias de mejora, que pudieron ser, en alguna ocasión, previsibles.
A pesar del cariño a la pequeña capilla, lo ocurrido no era tan solo una oportunidad, como pudo tenerla cualquiera, o una necesidad de la nueva ubicación, huérfana de culto digno y continuado como se merece. Es un acontecimiento histórico que forma parte de la historia del edificio, que por tantos devenires ha pasado. Ahora la vida de aquel viejo hospital de San Juan de Dios, el de la Misericordia, curioso nombre siempre vinculado a nuestra hermandad, abrirá a la ciudad a un nuevo acontecimiento histórico. Para algunos no tendrá importancia, pero, para la conservación y engrandecimiento de nuestro patrimonio será un paso importante. Al margen de las connotaciones que el hecho tenga para la hermandad, entiendo que es un primer paso para empezar a pensar que la vida cambia.
La ciudad tiene multitud de conventos, Iglesias, algunas de ella sin vinculación alguna a una hermandad, y la concentración de hermandades en nuestro templo mayor puede ser cómoda para algunos, pero el riesgo de volar y abrir nuevos caminos siempre es enriquecedor.
Quizás el que otras hermandades hayan tenido necesidad de abandonar su templo buscando refugio, por obligación, haya servido de ejemplo, no pasa nada, al contrario, y lejos de abandonar tu casa, ese refugio es acogerse a lugares necesitados de vida, e innegablemente una cofradía da vida, mucha vida. Desde aquí buen comienzo, mucho ánimo y felicidades en su nuevo templo, que seguro que la unión será beneficiosa para todos, incluida la ciudad.
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