Los colaos en el Falla son una especie en extinción. Los mequetrefes que merodeaban por los alrededores del teatro hasta que el queu de la puerta guiñaba el ojo para que pudieran acodarse en la barra y vacilar están desapareciendo. Me cuentan que los nuevos mandamases del adefesio este que llaman el COAC están locos por sacar a la canalla del foso a bastonazos y cualquier excusa es buena. A mí me parece muy bien. De hecho, cuanta menos publicidad se le dé a esta fiesta mejor para mí. Ojalá el foso estuviera así de lleno para ver el concierto de Al Palo. Pero no. A los chirigóticos estos les molesta la crítica. Mucha cuna de la libertad pero cuando los cronistas dan su opinión sobre eso que llaman repertorios, y que no son más que un puñado de simplezas y una retahíla de piropos sin sentido, se ponen negros. Así que lo que verdaderamente les encantaría sería un Falla sin periodistas, salvo los que pagan por los derechos televisivos claro, porque las críticas con billetitos son menos dolorosas. Lo peor es que estos muchachos del Patronato se piensan que saben de todo. Una cosa es que se dedican a organizar el horripilante concurso este que paraliza esta ciudad un mes, y otra que quieran tener potestad incluso en los medios de comunicación, a cuyos miembros se atreven a querer sancionar, como si esto fuera LaLiga. "Es que hay que estar atentos al escenario", dicen ellos entre cubatas mientras babean en la barra. ¿Y el Ayuntamiento mientras qué hace? Pues reírle las gracias. Qué pena de ciudad.

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