El Hum

03 de febrero 2024 - 00:45

Me gusta que mi casa huela a incienso. Me lo envían desde Sevilla, de los Tres Reyes, en sobrecitos de 40 gramos. Ohhh… qué delicia acercárselo a la nariz. Con su colorcito verde algún malpensado podría creer que estoy traficando, a mis años, con cigarritos del jajajá, pero nada de eso. Yo soy de incienso. Ni Ambipur ni el Bosque Verde ni un pino de retrovisor puesto de cualquier manera en una alcayata. Ayer tarde quise salir a comprar pastillas de carbón para un incendiario monísimo con forma de nazareno que me han regalado por mi octatatatatatatatatagésimo cumpleaños cuando me di de bruces con uno de esos grupúsculos de facinerosos a los que llaman chirigotas. Me sorprendió la edad de la caterva. Unas criaturitas que en vez de estar preparándose para su futuro paseando libros se dedican desde una edad tan temprana al tatachán tataratachero. Lamentable. Como apenas hacía un ratito que me había levantado de mi siesta y no había tomado aún mi tacita de Eko andaba yo medio tarumba, como Lázaro al poco de que Nuestro Señor lo resucitara, así que no entendí lo que un barrabás de esos me decía. Me susurraba algo que me sonaba a chino mandarín. Con cierto temor vi cómo se me acercaba lentamente a la oreja y me decía: “No ha pasado el Hum”. ¿En?, pregunté. “Que no ha pasado el Hum, vieja”. Me gritó el desvergonzado. Y se fue entre las carcajadas de sus compinches en dirección a esa cueva de malandrines que es el Gran Teatro Falla. ¿Qué narices será eso del hum?

stats