Juan Clavero
Beardo planta un árbol
Hay gente que, tal y como la ves, te das cuenta de que le gusta ser el centro de atención: el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. Son personas que vienen predestinadas por su ADN y la educación recibida, en mi opinión, y habría que bucear en su ser ontológico para conocer por qué son así y no de otro modo. Existe mucho cínico y narcisista en la política, eso está claro, igual que hay también manipuladores, inútiles, corruptos y, por qué no decirlo, gente buena que sufre la mala fama que le granjean los anteriores.
Uno de los últimos casos de bocachanclismo ilustrado del que hemos tenido noticia ha sido el de la "Feminista y Bisexual. Galega. Secretaria de Estado de Igualdad y contra la violencia de género" Ángela Rodríguez, alias Pam. A sus treinta y tres años lleva ya más de siete en primera línea de la política podemita y en los últimos meses ha sido titular en varios partidos de la Champions mediática, con declaraciones que buscaban la polémica y vídeos que desmerecen su cargo institucional, que le ofrece un sueldecito Nescafé de 120.000 pepinos/año.
Hay que recordar la máxima de que no existe la mala o buena publicidad. Ahora que la formación morada se está disgregando en distintas facciones que parece van a descomponer la parte más radical de la izquierda nacional (precisamente aquello que pretendía corregir en su día Izquierda Unida) aparece la joven Pam posicionándose como una de las caras a reconocer en el futuro inmediato del post Irenemonterismo.
¿Y cómo lo hace? En primer lugar, llamando fachas a los jueces que discuten la defectuosa ley del "Sólo sí es sí", cuyas advertencias caen sin cesar en saco roto mientras siguen saliendo violadores a la calle por una chapucera redacción legislativa. ¿Cómo van a reconocer Vicky, Irene y Pam su inmensa cagada poco antes de las elecciones? Mejor fijar la atención pública en otro lugar que vista toga y puñetas.
Más tarde, la sonriente Pam subió a sus redes, con motivo de la celebración/manifestación del 8M, un vídeo de unas chavalillas gritando "Que pena que la madre de Abascal no pudiera abortar". La Secretaria de Estado -120.000 pepinos/año- sonríe maliciosamente a cámara, con mirada tontorrona de actriz X a punto de echar la jornada partida, mientras asiente con orgullo ante lo que ladran sus cachorrillas. Creo que hasta Yolanda Díaz ha pedido su dimisión (es broma).
Y lo último de la fila ha sido su boutade en una entrevista en Mediaset: "¿Por qué creemos que una persona trans va a quererse cambiar de sexo para violar a alguien? Desgraciadamente, en nuestro país hay muchos agresores sexuales que no necesitan ir al Registro Civil para ser agresores sexuales. Dejemos de estigmatizar, las personas trans no son agresores sexuales. Es una mirada profundamente tránsfoba aquella que piensa que una persona va a pasar por el Registro para cometer una violación. Los hombres no necesitan ir al Registro Civil para ser violadores, lo son y desgraciadamente en nuestro país lo son bastante".
Que esto lo diga una licenciada en Filosofía no demuestra, sin embargo, el problema endémico de nuestra Universidad, plagada de profetas y monederos. Salamanca no presta lo que no da la naturaleza, y en otros lugares se saldan los títulos de grado, pero lo de Pam es simple showbusiness. Busca la máxima notoriedad posible para ser conocida y relevante en su partido y prorrogar su sueldo. Treinta y tres años, 120.000 pepinos/año. Dame Pam y dime tonta.
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