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Deseamos recordarles que la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia tuvo de pionero a don Federico Rubio. Que siempre fue y es su constante acercar a los interesados una enseñanza artístico-cultural de calidad. Hasta el momento podemos afirmar que estos propósitos se han ido cumpliendo. Y que siempre contó con la capacidad de personas honestas y altruistas que compartían su tiempo libre: Profesores, presidentes, colaboradores, socios…

Al quedar vacante la última presidencia, convencimos a Luis Garrido para que se hiciera cargo de la misma. Dudó. Jubilarse para implicarse en esa responsabilidad parecería una locura. Sin embargo, es gracias a la generosidad de estos soñadores de que todo puede mejorar, que la Academia mejoró.

Fueron devueltas unas salas que años antes precisó el Museo. Tocaba ponerlas en buen uso, con muy pocos fondos. Nos implicamos algunos más, incluida su esposa. Hora tras hora fuimos adecentándola, siempre ilusionados porque estaba pendiente su 125 aniversario.

Pero hace apenas un mes se nos coló la adversidad.

La clase de pintura del piso segundo tuvo que trasladarse a las salitas recuperadas al Museo. En principio creímos que sería hasta que el Ayuntamiento mandara arreglar unas filtraciones de agua. Las clases de modelado y cerámica tuvieron que suspenderse porque precisaban pilas con grifos. Días después, la inspección de las vigas de la primera planta desaconsejaba su uso. Se inhabilitaban las clases de guitarra, piano, pintura y dibujo.

Enseguida acudimos al Ayuntamiento. Nos recibieron con el mayor respeto y quedaron con el propósito de buscarnos un lugar en donde impartir nuestras actividades.

Lo último ha sido el informe de la arquitecta municipal aconsejando el cierre al público.

Nos hemos quedado absolutamente desanimados. Desmoralizados. No soy nadie para proponer urgencia en su arreglo. Sí para pedir a cada Santo que se celebra este sábado que inspiren a nuestros gobernantes para gestionar pronto y bien los arreglos necesarios y eficaces antes de que el edificio se derrumbe.

Todos deseamos creer que pronto será arreglada. Que un edificio tan importante en pleno centro será objetivo de importancia. A cambio, aportará a los que nos gobiernan en mayoría una fuente de confianza popular en su capacidad de gestión.