El último milagro de Santa María

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Pedro Tabernero edita en la colección ‘Poetas y ciudades’ las Cantigas que Alfonso X el Sabio dedicó a El Puerto de Santa María, en un volumen ilustrado por el dibujante Juan Manuel Fontenla

Una nueva vida a color para Don Quijote y Sancho Panza

Braulio Vázquez, Juan M. Fontenla y Pedro Tabernero, en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla. / José Ángel García
Francisco Correal

31 de julio 2025 - 17:00

En 2027, cuando se celebre el centenario de la Generación del 27, habrá que acudir a la serie Poetas y Ciudades que hace una veintena de años inició el editor Pedro Tabernero. Entre la quincena de libros editados, hay tributos a Pedro Salinas, Vicente Aleixandre (Nobel de Literatura en 1977), el Ocnos de Cernuda y Poeta en Nueva York de Federico García Lorca, que se presentó en la ciudad de los rascacielos. Alguien echará en falta a Rafael Alberti. El último libro de esta serie se titula Alfonso X. Cantigas de Santa María del Puerto (Pandora). Uno de los prologuistas, Luis Suárez Ávila, recientemente fallecido, termina su texto con un comentario de Alberti, recién regresado del exilio el mismo año que le dieron el Nobel a Aleixandre, cuando visitó el camerín de Nuestra Señora de los Milagros: “Ésta es Santa María del Puerto, la imagen mariana más cantada por los poetas, desde Alfonso X, hasta yo mismo”.

“Alfonso X no deja de ser un poeta y las Cantigas se refieren a una ciudad”, dice Pedro Tabernero para justificar su inclusión. Primero presentó el libro en unas bodegas de El Puerto y el pasado martes en el Archivo Histórico Provincial, en Sevilla, cuyo director, Braulio Vázquez, escribe otro de los prólogos. El primero lo firma Manuel González Jiménez. El medievalista de Carmona le habló hace veinte años a Tabernero de una veintena de Cantigas del rey Sabio, de las más de cuatrocientas que llegó a escribir o inspirar, que no habían sido miniadas. Siete siglos y medio después, Tabernero, en los tiempos digitales, cambió el papel por el pergamino y con la complicidad del dibujante Juan Manuel Fontenla completó la tarea de un monarca sin parangón.

En carta-puebla de 16 de diciembre de 1281 (curiosamente, el cumpleaños de Alberti), Alfonso X le pondrá nombre al Gran Puerto de Santa María. Tres años antes de su muerte. Una población que nace al doble impulso de la repoblación castellana y de la aparición en el Pozo Santo de la imagen de Santa María del Puerto, hoy conocida como Nuestra Señora de los Milagros.

Según González Jiménez, el origen de las Atarazanas cuya obra se inicia en 1252, año de la muerte de Fernando III, es la construcción de embarcaciones para cruzar el Estrecho de Gibraltar con las que Alfonso X continuara la labor de su padre de llevar la Reconquista al norte de África. “Además de escritor y aficionado a la caza y al ajedrez, Alfonso el Sabio es un rey guerrero y repoblador”, dice Braulio Vázquez.

Tabernero y Fontenla han reconstruido 24 Cantigas. El editor compró los pergaminos en la Biblioteca Nacional de Francia, “seguramente de borregos españoles”. “Hemos seguido la misma técnica de hace ocho siglos”, dice Fontenla, para quien trabajar con este material “ha sido una exquisitez, pero también una tortura. No te podías equivocar. Si una noche no estás fino, mejor te acuestas o te pones a ver la tele”. Ha sido un viaje en el tiempo. “Las Cantigas son una Enciclopedia de la Edad Media; una fotografía de la Península Ibérica en el siglo XIII”. Y a diferencia de otros Cancioneros, lo que se cuenta prácticamente está sucediendo o acaba de suceder. Se escriben entre 1260 y 1283.

Alfonso X el Sabio (1221-1284) es un rey que quiso ser emperador. Los derechos dinásticos le venían de su madre, Beatriz de Suabia. Un empeño que reafirmaba su afán de recuperar territorios, pero que se vio frenado por las guerras internas, traiciones familiares, esos “alacranes” a los que se refería muy gráficamente.

Era un punto estratégico para completar la Reconquista en el norte de África

El volumen decimoquinto de la serie Ciudades y Poetas es un milagro literal. Las Cantigas cuentan algunos de los milagros de Santa María del Puerto. La Virgen, como un camarín toponímico, encerraba el nombre de la localidad bañada por el río Guadalete, que evoca la simpar batalla. “El Puerto de Santa María era como la continuación del puerto de Sevilla para las acometidas militares”.

El término se levanta en la antigua alquería de Alcanate. Alfonso X se negó a derribar la mezquita sobre la que se construyó el santuario. Que actualmente se corresponde con el castillo de San Marcos por el que tanto jugara de niño Rafael Alberti. En los dibujos, Fontenla ha sido escrupuloso y riguroso para recrear atuendos, armas y herramientas de la época. “Las imágenes de los milagros de la Virgen retratan también la vida cotidiana en la frontera con el reino nazarí”.

Letra gótica escrita a mano alzada. Alcohol y un paño áspero para eliminar la cal en los dibujos. Una labor casi de ermitaño cuando el monarca contaba con todo un equipo. Cultivó diferentes géneros: la crónica, los textos jurídicos, la hagiografía, pero para la poesía usaba “el lenguaje poético por excelencia, el galaico-portugués de quien de niño se había criado entre Burgos y Orense”, dice Braulio Vázquez. El Puerto y Cádiz fueron los lugares más al sur donde llegó a ondear el pendón de Castilla. Con la repoblación de Alfonso X el Sabio, certificada con el fuero y privilegios no sólo para los pobladores de origen leonés y castellano, sumandos originarios de su reinado, se encuentra un curioso precedente de los chicucos, como se denomina en Cádiz a los llegados de la Montaña (también jándalos, montañeses en Sevilla). Consta la llegada de marinos y comerciantes que procedían de puertos del Cantábrico, oriundos de la zona santanderina, conocida entonces como “la Marisma de Castilla”. Las antípodas geográficas de las Marismas de Doñana que se corresponden con el Diario de Argónida de Caballero Bonald publicado en la serie Poetas y ciudades.

El rey que se hacía acompañar de filósofos, poetas, cetreros, astrólogos y traductores de hebreo, griego, árabe y latín (en eso sí fue imperial) se ve ahora rodeado en esta colección no sólo por los poetas del 27, sino por referentes de la cultura universal como Rilke y Pessoa, Neruda y Baudelaire, Borges, Eliot y Octavio Paz, los Campos de Castilla de Antonio Machado y el viaje conJuan Ramón (Nobel en 1956) desde Moguer a Nueva York para casarse con Zenobia Camprubí.

Las Cantigas de Alfonso X ya están completas. Las que están en el monasterio de San Lorenzo del Escorial ya tienen salida al mar. El sueño ciclópeo de este marinero en tierra, préstamo de Alberti, que como en la canción de Silvio terminó siendo un sureño de Norte a Sur. “El que anda con sabios, se hace sabio”, cita Braulio Vázquez el Libro de los Proverbios. Ha sido el último milagro de la Virgen que González Jiménez pregonó en El Puerto, donde impulsó la creación de la Cátedra Alfonso X. El resultado es, como se dice en el libro, un “diálogo entre poesía, música y pintura”.

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