La última locura
Cómics
Con este quinto tomo integral, concluye la recopilación de la obra del genial Mike Allred y su personaje Madman

Como suele decirse, “Todo lo bueno ha de tener un final”, y en esta entrega nos despedimos del maravilloso universo creado por este guionista y dibujante estadounidense que, gracias a su talento, nos ha regalado un buen puñado de aventuras protagonizadas por el simpar Frank Eisntein y un buen montón de personajes secundarios que, llegado el momento, tuvieron hasta su propia cabecera, como es el caso de Los Atomics.
Pero no digamos aún adiós, ya que en el interior de este quinto volumen tendremos suficiente e interesante material para pasar un largo rato de lectura.
Y este se inicia con una mirada a aquellas primeras historias firmadas por Allred, de las cuales Sin señal y Cualquiera son un perfecto ejemplo. En ambas el estilo gráfico del autor aún no es el definitivo, pero ya se le puede reconocer, pese a la bisoñez del trazo. En la primera nos trasladamos a Roseburg, Oregon. Un, hasta el momento, apacible pueblecito donde las cosas, por desgracia, están a punto de cambiar.
Su protagonista, Calvin Lennox, está a punto de vivir un bizarro y surreal vía crucis ya que su esposa e hijos se trasladan al cercano Eugene para hacer unos recados y compras. Justo en ese momento, una inesperada alarma hará que un desesperado Calvin tenga que tirar de imaginación, y contar con la ayuda de sus amigos, para poder salir del acordonado pueblo y poder reunirse de nuevo con los suyos.
Pero las cosas no van a ser nada fáciles, encontrándose con un paisaje y situaciones que van más allá de la comprensión humana.
De ahí a Cualquiera, donde conoceremos a una atractiva y pelirroja (¿antecedente de la pizpireta Joe?) chica llamada Emily que, además de tener una apasionada relación con el sheriff del lugar, pertenece a un peculiar aquelarre.
El drama llega cuando es asaltada y violentada por dos garrulos del lugar, que terminan por dejar el cuerpo sin vida de la muchacha tirado en medio del bosque.
A partir de ahí se inicia un relato de corte fantástico, donde el renacer y la venganza tendrán un lugar prominente.
Y como suele suceder en sus historias, sin tiempo para respirar casi, saltamos de nuevo al peculiar universo de Madman, en una breve historia en la que Frank junto a su novia Joe va a visitar al hospital a un convaleciente Chow, y las cosas se van a poner de pronto bastante complicadas.
Un parpadeo y nos vamos ¡al espacio! Vamos a conocer al rudo Crash Metro y su escuadrón, en constante lucha contra los malvados Cibots, con los que se verán las caras hasta el final y definitivo combate…
Pero la cosa no acaba aquí, amigos, ya que la producción de Mike Allred ha sido tan brutal y frenética en los últimos años que ha tenido que poner en las manos de otros autores la responsabilidad de llevar a las viñetas las aventuras de algunos de los personajes que viven en el Universo Madman, como por ejemplo It Girl, cuyas peripecias son narradas por un dúo de excepción, compuesto por el guionista Jamie S. Rich, acompañado en el apartado gráfico por Mike Norton, Chynna Clugston Flores y Natalie Nourigat. Eso sí, cada portada de las aventuras de las rubia heroína están ilustradas por el propio Allred.
Os aseguro que le van a pasar muchas, muchas cosas a la protagonista. Pero todo comienza cuando, sumida en el aburrimiento y el agobio, pasa las horas junto a una video consola, controlando a un personaje que se parece bastante a ella.
Sus amigos, Los Atomics, junto a Madman, se han embarcado en una odisea espacial (como ya todos habréis podido disfrutar…) y tan solo la llamada del Dr. Flem hará que las cosas vayan a cambiar, ya que sin su sujeto de pruebas preferido (léase Frank) le propone a ella formar parte de un experimento, donde va a recrear, gracias a una máquina de su invención, un clon virtual.
Como no tiene otra cosa que hacer, la respuesta es positiva, sin haber pensado mucho en las repercusiones… Y es que las habrá, y muchas.
Como muchas más serán las aventuras protagonizadas por It girl.
Y ahora sí, nos despedimos o, mejor dicho, le decimos un hasta luego a este genial autor con el que hemos viajado a mil y un mundos, acompañados por una colorida banda sonora pop y, tal vez, con algo de suerte, se nos haya contagiado una pizca de su sana locura.
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