Sin toros no hay paraíso
Comerciantes de la calle Ancha y alrededores afirman que hicieron escasas ventas en la tarde del miércoles, una vez acabado el primer día de rodaje
Pim, pam, pum. Se espantan las palomas, que han salido a dar una vuelta tras varias horas escondidas tras la lluvia. Rugen las ametralladoras con sus balas de fogueo. Qué mentira esto del cine. Fotógrafos aficionados inmortalizan momentos del rodaje desde sus balcones. Acción. Muchos curiosos tras la valla de Cánovas del Castillo más próxima a Columela. Dos deportivos calientan motores, cada uno con un supuesto malo malísimo que porta una metralleta. Delante, un coche de rodaje con la cámara protegida de la lluvia. Arrancan los tres. Truenan las armas a la altura de La Perola, sin Paco Leal dentro. Mascletá gaditana. Ratatatatá ratatatatá. Peperonnis de película.
Acaban los tiros y los curiosos se marchan. Hay que rodear mucho espacio en el centro de la ciudad para llegar al lugar elegido. Larga tregua en la calle Ancha. Varios comercios aprovechan para abrir sus puertas hasta nueva orden. Quorum, Caja Granada, El Séneca, Viajes Rico. Hay poco público. Pasa Basilio, el corista viñero. Viene del médico. "Y de camino a ver qué se cuece por aquí", añade. En su balcón de José del Toro rozando Ancha está Celia, de Almacenes El Siglo. Abrió el miércoles a las seis y media tras el rodaje. "Por poco cerramos a la media hora. No había nadie en la calle", se queja a viva voz desde su particular atalaya. "Y encima, la lluvia", apostilla con fastidio. Lo mismo le ocurrió al Bar Liba. Su dueño, Carlos López, abrió tres horas "para casi nada". La gente pierde el ritmo de salir y comprar con horarios tan restringidos.
En la calle San José aguardan los figurantes de fuera de Cádiz, los recortadores de Valencia y Madrid. Se fajan como si fueran a cargar un paso. O correr delante de los toros. En Ancha ensayan detrás de varias motocicletas. ¿Hacen estos vehículos la función de los morlacos? "Eso es que luego por ordenador cambian las motos por los toros, y así se ahorran de sacar los animales a la calle". Los enteraos, en su salsa. Todos llevamos dentro a un George Lucas. Mientras, los extras de Cádiz siguen en la plaza de San Antonio hipercontrolados. No les dejan acercarse a las vallas para hablar con conocidos. Los que regresan de rodar son cacheados, no vaya a ser que escondan una microcámara fotógrafica de última generación entre la faja.
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