"Si lo que querían era desarticular al movimiento obrero, lo consiguieron"
El pasado mes se cumplieron 125 años de los juicios de La Mano Negra · El historiador de la UCA, Diego Caro, subraya que los crímenes, castigados de forma ejemplarizante, carecían de intención política
En la sentencia del proceso contra La Mano Negra se lee: "Al explicar los reos las causas del delito, han revelado la existencia de una Asociación que dice proponerse el mutuo auxilio de los trabajadores". Un auxilio que podía llegar, según proclamaban sus estatutos, a la ejecución de asesinatos. "Como crímenes atribuidos a La Mano Negra, fueron juzgados sólo tres: el del ventero de Jerez, el del vecino de Arcos y el de Bartolomé Gago, en San José del Valle -comenta Diego Caro, autor del artículo sobre el tema que aparece en el último número de Andalucía en la historia-. En casi todos los casos, parece que fueron cuestiones relacionadas con venganzas familiares o delincuencia común".
En la misma sentencia, emitida por la Audiencia de Jerez en 1883 sobre el asesinato de Gago, se señala que a la víctima se le habían observado con anterioridad "atropellos con algunas mujeres del Alcornocalejo". Y se comprueban, también, otros datos. La mitad de los acusados, por ejemplo, carecían de instrucción. Y sólo dos de ellos contaban con antecedentes, ambos por faltas leves -además del maestro Juan Ruiz, pendiente de una causa por 'internacionalista'-.
"Desde el discurso oficial y la prensa de época se creó un clima de intimidación y miedo: cualquier tipo de delito común o de asesinato se atribuía a la misteriosa Mano Negra -explica Caro-. Se llegó a afirmar que la sociedad tuvo 30.000 afiliados, dato que, de ser cierto, la hubiera convertido en cualquier cosa menos secreta".
Ciento veinticinco años después, la existencia de La Mano Negra sigue siendo una cuestión por resolver, aunque "la lectura de las actas sí demuestra la intención de la Fiscalía de confundir anarquismo, delincuencia común y Mano Negra", apunta el historiador.
En 1882, dos tercios de los afiliados de la FTRE eran andaluces, lo que convertía a la región en el principal bastión anarquista en España: "Probablemente, porque Bakunin llegó antes que Marx", indica Caro. Frente a lo que sentían como una amenaza organizada del movimiento obrero, "las fuerzas del orden actuaron con gran dureza, cuestionando las bases de un régimen en apariencia democrático". Castigos ejemplares de la misma naturaleza que los sucedidos con La Mano Negra volverían a darse con el asalto campesino a Jerez y la masacre de Río Tinto (1888), pero las penas por el crimen del 'Blanco de Benaocaz' estaban concebidas, desde luego, para no ser olvidadas: siete condenas a muerte y ocho de prisión en las islas Marianas. Algunos de los acusados intentarían suicidarse en la cárcel. El único amnistiado, lo fue porque terminó volviéndose loco.
La represión caló tan hondo que ni siquiera se dieron reacciones: "La dirección del movimiento obrero intentó desvincularse de los acontecimientos, y trató de dejar claro que los juicios de La Mano Negra habían sido un montaje policial -continúa Diego Caro-. Algunos periodistas intentaron también salir en su defensa, pero tuvieron escaso eco. Llama la atención que cuando las condenas se recurrieron al Supremo, éste elevó a quince las penas de muerte. La intención clara era cortar de raíz la implantación anarquista. Y hemos de decir que si lo que se pretendía era desarticular al movimiento obrero, lo consiguieron".
También te puede interesar
Lo último
Todavía Navidad
El salón de los espejos
Stella Benot
La Transición andaluza
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?