"Todos los personajes de la obra llevan algo de uno mismo"
juan sebastián coloma. magistrado del juzgado de lo penal 1 de cádiz
Sin dejar la toga a un lado, este juez ha escrito un libro, 'Doce relatos sin piedad', en el que todas las historias tienen un denominador común: Cádiz
Entre juicios, autos y sentencias, el magistrado del Juzgado de lo Penal número 1 de Cádiz, Juan Sebastián Coloma, ha sacado tiempo de donde no lo tenía para escribir un libro, Doce relatos sin piedad, en el que todas las historias encajan cual matrioskas rusas. Son piezas de un puzle que, si bien pueden leerse de manera independiente, componen una trama global en la que todos los personajes comparten algún nexo de unión, además de un denominador común: la ciudad de Cádiz.
Así, "el que es personaje principal en una historia acaba siendo secundario en otra, y así sucesivamente", explica este juez. "Son personajes cotidianos, del día a día" entre los que surgen interconexiones. "Hay un hombre que se encuentra un fardo de hachís mientras pesca; otro que se enamora de una mujer mucho más joven que él... En fin, hay de todo, a algunos les he cogido cariño mientras que otros son repelentes, pero lo cierto es que todos los personajes de la obra llevan algo de uno mismo".
Coloma, nacido en Zaragoza pero afincado en la provincia gaditana desde que tenía 24 años (primero en Arcos, luego en San Fernando y por último en la capital) reconoce que este libro es fruto de su afición por la literatura. Lector empedernido de Murakami y Stefan Zweig, no faltan entre sus favoritos autores gaditanos como Fernando Quiñones. Se muestra temeroso a la hora de hablar de "un salto" de la justicia a las letras; con aire modesto se refiere a una "simple afición". Pero lo cierto es que Coloma ha publicado ya dos libros: el primero, la novela Lejos de Nueva York en el año 97; y el segundo, éste que ahora nos ocupa. Han pasado casi veinte años entre uno y otro, lo que no quiere decir que durante todo ese tiempo el magistrado haya dejado de manejar la pluma con la misma habilidad y destreza con la que dicta los fallos judiciales. "He dejado cosas a medias por el camino", confiesa.
Es imposible que esta docena de narraciones no esté impregnada de Justicia en su sentido más amplio. "En el libro hay determinados guiños y tics de la profesión que la gente que trabaja en este sector va a saber identificar, como por ejemplo el típico caso del compañero que dice que tiene mucho trabajo cuando en realidad no lo tiene...". ¿Acaso esto sólo sucede dentro de los tribunales?
Es inevitable. Coloma se ha inspirado en su quehacer diario, en sus costumbres, en lo que conoce directa e indirectamente, en definitiva, en su manera de pensar.
Optar por el relato en detrimento de otro género le ha permitido al juez crear historias "más condensadas" y por ende "más fáciles de leer". "Son relatos amenos, distraídos y de lectura agradable. Y aunque son independientes conforman un todo". De ahí que lo ideal sea leer cada capítulo en el orden en el que aparecen en la publicación, "porque precisamente en el último se resuelven varias incógnitas.
Doce relatos sin piedad llegó a la editorial Atlantis de Madrid después de que la obra de Coloma tuviese el veredicto favorable de sus amigos. "Gente de mi confianza leyó lo que tenía escrito y me animaron a presentarlo a esta editorial, que se dedica a realizar tiradas más o menos reducidas a demanda para sacar al mercado los trabajos de escritores noveles".
Desde luego que no ha sido fácil para este juez llevar hacia delante la densa carga de trabajo que se gestiona en los juzgados y compatibilizar esta tarea con su faceta literaria. Pero el esfuerzo ha tenido su recompensa y Coloma quiere más. El arte de contar no se reduce a las penas. "Dejo la puerta abierta a seguir escribiendo".
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