Cultura

"He pasado días enteros para dar con las palabras justas"

  • José Orlando Castañeda presenta con Caligrama su primera y cuidada novela, ‘Entre acuarelas y lágrimas’

Un ejemplar de 'Entre acuarelas y lágrimas'.

Un ejemplar de 'Entre acuarelas y lágrimas'. / Caligrama

La vida de José Orlando Castañeda (Ibagué, Colombia) bien podría servir de argumento para un libro. Inmigrante colombiano que llega a Estados Unidos tras ganar un concurso de televisión, doctorado en Derecho, abogado y juez en Port Chester (Nueva York), cuenta por cientos las historias que ha podido conocer gracias a su profesión. Relatos duros, de pérdida y soledad, y también esperanzadores, de vidas que se abren camino pese a todo y a todos. Estas experiencias, y su desaforada pasión por la lectura, le han llevado a escribir su primera novela, Entre acuarelas y lágrimas, editada por la editorial española Caligrama

Aunque su estreno en el mundo de la literatura puede considerarse tardío, José Orlando se retrotrae hasta su juventud para dar con el germen de Entre acuarelas y lágrimas, una historia de amor y pérdida con la problemática de la inmigración de fondo, un tema que conoce en primera persona. “Yo también soy un inmigrante, llegué de Colombia, de una ciudad muy cálida y muy linda, que tuve que dejar después de terminar el bachillerato y me vine a Estados Unidos en busca de futuro. Logré estudiar un Master en Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia y me saqué un Doctorado en Derecho en la Universidad de Pace. La práctica como abogado me puso en contacto directo con la población de inmigrantes, gente con muchas necesidades de todo tipo, no sólo económicas. La gente venía a mi oficina con un problema legal, pero detrás de eso venía toda una cesta de problemas también. Veo con tristeza que al tribunal en el que soy juez vienen jóvenes que son nietos e hijos de personas a las que representé. También tengo contacto con los nietos de mis primeros clientes y veo con alegría que muchos han podido salir adelante, pues no todos han tenido esos problemas. He visto los cambios y ese gran poso de sufrimientos. Y todo esto me dio que pensar que eran historias que debían contarse”. 

José Orlando Castañeda. José Orlando Castañeda.

José Orlando Castañeda. / Caligrama

La chispa definitiva surgió en un viaje a Ecuador, que es también el país de origen de Manuel, uno de los protagonistas de su novela. “Tuve la oportunidad de ganar un pleito y fui con un colega a llevar el cheque, a un pueblo muy lindo en las montañas”, recuerda. Allí encontraron “gente muy agradecida, les pareció importante que dos abogados de Nueva York fueran y recibimos invitaciones de todo tipo, entre ellas a una escuela a hablar con los niños, nos presentaron como si fuéramos estrellas de fútbol o algo… El detalle que realmente me marcó fue que en medio de esa charla uno de los niños, de no más de ocho años, alzó la mano para hablar. Se acercó a la tarima y me preguntó si vivía en Nueva York. ‘Mi papi también vive en Nueva York’, respondió. Y se le empezaron a inundar los ojos de lágrimas. ‘¿Usted puede ver a mi papi? Dígale a mi papi que lo quiero, que lo extraño, que no puedo vivir sin él, que se venga ya’. Fue un gran impacto, me di cuenta de lo que era el dolor de la separación, de la falta de un padre para un niño y también al contrario”. 

Antes, aún en la Universidad, Castañeda comenzó a interesarse por la literatura e incluso preparó un manuscrito sobre la guerra de Vietnam “que por ahí tiene que estar todavía”, aunque nunca llegó a ver la luz. El siguiente paso vino “como consecuencia de mi carrera de abogado. Empecé a practicar derecho penal y a hacer ponencias a los jueces. Hacía una mezcla de la defensa legal con el lado humano del cliente, así que escribí casi unas biografías que tuvieron mucho éxito entre los jueces. Fue un buen entrenamiento”. 

Llegó entonces su primer cuento breve, La feria de las flores, una historia cuyo origen nos lleva de nuevo atrás en el tiempo y en el espacio, a su juventud en su Colombia natal. Por problemas económicos José Orlando tuvo que dejar el colegio y trabajó en una mina de oro en el campo. Pasado un año “decidí que quería seguir estudiando y encontré a un señor estadounidense, voluntario de los Cuerpos de Paz, que me ofreció su casa. Él y un compañero más me dieron estudios y vivienda durante cuatro años. Además, cuando terminé el bachillerato me presenté a un programa de preguntas y respuestas de la televisión nacional de Colombia, ‘Miles de pesos por sus respuestas’, y gané el primer premio. Con ese dinero pude viajar a Estados Unidos”. 

"Aprendí una cosa en mis lecturas, y es que no hay mala historia sino mal escritor"

“Pasadas las décadas - continúa-, ya ejerciendo como abogado en Port Chester, me dijeron que me querían ofrecer el puesto de juez en la ciudad. Para ese evento vinieron mis amigos de los Cuerpos de Paz y para la ocasión escribí La feria de las flores, que tiene como trasfondo mi experiencia con estos amigos”. 

Las experiencias recogidas a lo largo de los años, propias y ajenas, le dieron una historia que contar, pero fue su pasión por la lectura la que le otorgó una manera de hacerlo. “El escritor es lo que lee. Aprendí una cosa en mis lecturas, no hay mala historia, sino mal escritor. Cualquier historia bien cuidada puede ser interesante”, subraya. Y en cuanto a Entre acuarelas y lágrimas destaca que “no todo es un mar de lágrimas, la novela tiene amor, tiene aventura… pero el trasfondo es doloroso. Es una novela de esperanza, grandes temas universales como la fe, el arrojo… pero en medio de todo eso también está el sufrimiento, los problemas sociales, etc. Está escrita en un estilo costumbrista que traslada al lector a cada escena, diría que es muy cinematográfica. Escenas muy dolorosas como un naufragio, jóvenes que se han arriesgado a pasar la frontera entre México y EEUU con todos los peligros que eso conlleva… todo está plasmado en la novela”. 

"En una medida mayor o menor un escritor no puede esconderse en lo que está escribiendo"

Cómo no, también hay mucho del propio José Orlando Castañeda en la trama de su novela. “En una medida mayor o menor un escritor no puede esconderse en lo que está escribiendo. En la vida uno tiene experiencias que salen cuando está frente al papel o el ordenador. La escritura es un mosaico, tal vez subconsciente, de las experiencias del escritor, lo que ha leído y un último componente de imaginación”. 

Entre acuarelas y lágrimas es una obra cocinada a fuego lento. El autor dedicó ocho años al proceso de documentación -que le ha llevado a viajar a Ecuador y Madrid- y escritura y han pasado otros tres hasta que el libro ha visto la luz. “He tenido retos en la vida, pero ese ha sido el más grande. Uno al principio cree que van a venir y te lo van a quitar de las manos… pero no recibía respuestas. Por fortuna tuve contacto con Caligrama y tuve una gran experiencia con ellos. Y ya espero que una vez el libro esté en sus manos pase pronto al corazón”. 

"La escritura es un mosaico, tal vez subconsciente, de las experiencias del escritor, lo que ha leído y un último componente de imaginación”

Las historias, el contenido, es importante, pero las formas no lo son menos para Castañeda. El autor ha explorado un género habitual en la literatura anglosajona pero que no se ve mucho en la hispanoamericana como es el de la novela literaria, la que “da preferencia a los valores literarios y poéticos y busca un manejo del idioma más elevado o pulido. Sin darme ínfulas de nada, es lo que he ido buscando. A uno de mis autores más admirados, Flaubert, se le conoce por gastar el tiempo que necesitara en encontrar la palabra exacta -”le mot juste”-, la que tiene que ir y no otra. Y he pasado días enteros para dar con las palabras justas. La historia es un elemento, pero el otro trabajo y quizás el más grande para un escritor es el de buscar un equilibrio con la forma literaria, con el lenguaje”, señala. 

Aunque el proceso ha sido largo y por momentos duro, Castañeda no duda en reconocer que se ha quedado “con más apetito de seguir elaborando. Ha habido una reacción muy positiva a Entre acuarelas y lágrimas y eso me anima más, tanto que estoy pensando en dejar mi carrera como abogado para dedicar más tiempo a la escritura y que no me tome once años hacer la próxima novela”.

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